Lección 04: Del clasicismo romántico al eclecticismo. 

La forma autónoma
Clásico, romántico y moderno
Inicios del eclecticismo
La forma del suelo
Escenarios de Schinkel
El museo
La casa-museo

 

 


La forma autónoma


Schinkel: Proyectos para la Werdersche Kirche, 1824, 1829


Esta lección pretende explicar esa ilustración de dos variantes de un mismo proyecto de Karl Friedrich Schinkel, para la Werdersche Kirche de Berlín. La ilustración está tomada de Hans Sedlmayr, Pérdida del centro, donde se acompaña del siguiente pie:

"Dos estilos decorativos recubriendo una misma estructura"


En otro pasaje del mismo libro, Sedlmayr justifica lo que en esta ocasión le escandaliza:
"La iglesia no da ya (desde el siglo XIX) origen a ningún nuevo estilo estructural. Se ensayan toda suerte de edificios espaciosos, intentando satisfacerse con formas de la primitiva arquitectura cristiana, o bizantinas, o románicas, o góticas, o renacentistas. En determinado momento, incluso se esconde el templo bajo la concha de un templo griego. Cuán superficial es este desfile de formas, lo muestran de modo impresionante los proyectos de Schinkel para la Werdersche Kirche de Berlín. Una estructura básica cúbica, completamente inalterable, puede, "a elección", revestirse, enmascararse, ora al modo románico, ora al gótico, ora al antiguo. Esta superposición arbitraria de la forma estructural y de las formas de detalle, a las que se considera mera decoración, habrá de perpetuarse en todo el arte europeo."
(Sedlmayr, 1947)


No creo que pueda darse una definición más precisa de lo que significa el eclecticismo como no-estilo y como modo de proceder de la arquitectura en el siglo XIX. Una misma estructura puede revestirse, como dice Sedlmayr, con diferentes formas, porque ha sucedido algo que es necesariamente anterior: el estallido del encadenamiento barroco, la exaltación en el clasicismo romántico de la autonomía de las partes, su negativa a obedecer al imperativo de la totalidad integradora del barroco ha tenido como consecuencia que también la estructura constructiva y la ornamentación han dejado de pertenecerse mutuamente, de estar orgánicamente vinculadas.
Sobre la cuestión del ornamento "orgánico" tienen interés los escritos de Louis Sullivan. Sobre la falsedad e imposibilidad de ese concepto, tienen interés las fotografías de edificios de Sullivan hechas por John Szarkowski.
Vale la pena recordar algunas imágenes de aquel ejemplo destacado de esa nueva arquitectura en la que el revestimiento (el Schein, la apariencia) y la estructura (el Sein, el ser) se han escindido: la Werdersche Kirche de Berlín, de Schinkel.
Schinkel: Werdersche Kirche, Berlín, 1821-30Schinkel: Werdersche Kirche, Berlín, 1821-30
Schinkel: Werdersche Kirche, Berlín, 1821-30


Schinkel: Werdersche Kirche, Berlín, 1821-30Schinkel: Werdersche Kirche, Berlín, 1821-30
Schinkel: Werdersche Kirche, Berlín, 1821-30

 

(Catedral de Vilnius)

 



Schinkel: Werdersche Kirche, Berlín, 1821-30Schinkel: Werdersche Kirche, Berlín, 1821-30
Schinkel: Werdersche Kirche, Berlín, 1821-30

Schinkel: Werdersche Kirche, Berlín, 1821-30Schinkel: Werdersche Kirche, Berlín, 1821-30
Schinkel: Werdersche Kirche, Berlín, 1821-30

No es el único proyecto de Schinkel en que se puede reconocer esa misma vacilación entre soluciones neogóticas y neoclásicas. Schinkel parece, en lo que es el núcleo de la actitud ecléctica, incapaz de decidir.

Schinkel: Mausoleo para la reina Luisa, 1810?Schinkel: Mausoleo para la reina Luisa, 1810?
Schinkel: Mausoleo para la reina Luisa, 1810


Schinkel: Mausoleo para la reina Luisa, 1810?Schinkel: Mausoleo para la reina Luisa, 1810?
Schinkel: Mausoleo para la reina Luisa, 1810

"La elección es un imperativo innoble. Cualquier filosofía que atribuye al hombre el ejercicio de su voluntad no puede más que sumirle en la desesperación. Pues si nada es más halagador para la conciencia que saber lo que quiere, nada es más seductor para la otra conciencia (¿la inconsciente?), aquella oscura y vital que hace depender la felicidad de la desesperación de la voluntad, nada es más fascinante para ella que ignorar lo que quiere, ser liberada de la elección y desviada de su propia voluntad objetiva. Es mejor entregarse a cualquier insignificante veleidad que depender de su propia voluntad o de la necesidad de elegir. Brummel tenía un criado para eso. Delante de un paisaje espléndido constelado de lagos, se vuelve hacia su lacayo para preguntarle: "Which lake do I prefer?""
(Baudrillard, 1983)



Simplemente: eso es eclecticismo. Falta de ganas de escoger, de decidir. Y no por ignorancia, desconocimiento o dificultad de aprehensión de la realidad, sino porque no parece haber razón para preferir unas posibilidades y rechazar otras.

No sólo históricamente, sino también ideológicamente, el eclecticismo está vinculado con el liberalismo económico. Para ambos, ningún objeto, ningún estilo, por sí mismo, es preferible a ningún otro. Los atributos y singularidades de los diversos objetos quedan reducidos a la nada: todo se vuelve intercambiable, como las mercancías. Parafraseando a Georg Simmel podríamos decir que para el ecléctico "todas las formas flotan con igual peso específico en la corriente continua de la economía monetaria". Atrás ha quedado, y definitivamente, cualquier discusión sobre el carácter de los edificios, sobre la relación entre su forma y su contenido. También la forma se ha vuelto, como los individuos, como las artes, y como la arquitectura, "autónoma": arbitrariamente aplicada.

 


Clásico, romántico y moderno

"Al tratar del arte que se ha desarrollado en Europa y, más tarde, en América durante los siglos XIX y XX, surgirán a menudo los términos "clásico" y "romántico"; la cultura artística moderna gira de hecho sobre la relación dialéctica de estos dos conceptos. Se refieren a dos grandes fases de la historia del arte: lo "clásico" al arte del mundo antiguo, greco-romano, y al que considera su renacimiento en el humanismo de los siglos XV y XVI; lo "romántico" al arte cristiano del Medioevo, más exactamente el Románico y el Gótico, o sea a las culturas romances.
Tanto lo "clásico" como lo "romántico" han sido teorizados entre la mitad del XVIII y mediados del XIX; lo "clásico" por Winckelmann y Mengs, lo "romántico" por los protagonistas del renacimiento del Gótico en Inglaterra, por pensadores y literatos alemanes (los dos Schlegel, Tieck, Wackenroder) y por Viollet-le-Duc en Francia. Teorizar un período histórico significa trasponerlo del orden de los hechos al de las ideas, constituirlo como modelo. De hecho, es a partir de mediados del siglo XVIII cuando se forma una filosofía del arte (estética). Es entonces cuando se produce un profundo corte en la tradición artística y comienza el nuevo ciclo histórico del arte: el que se llama moderno o contemporáneo y se desarrolla hasta nuestros días."
(Argan, 1970)


A esas frases, con las que Giulio Carlo Argan arranca su libro El Arte Moderno. 1770-1970, y con las que no se puede más que estar de acuerdo, cabe, sin embargo, plantearles una objeción que se refiere a lo que exactamente signifique "relación dialéctica".
En el caso del arte moderno, en mi opinión, no ha habido nunca síntesis que supere la antítesis clásico-romántico. Lo que se ha producido es, más bien, una suspensión de esa oposición. Lo explicaba muy bien Thomas Mann a propósito de Schopenhauer:
"En el fondo, términos y alternativas como "clásico" y "romántico" no cuadran bien a Schopenhauer. Ni lo uno ni lo otro hace justicia a su disposición anímica, que es una disposición anímica posterior a aquella para la cual los citados conceptos antitéticos, afines en el tiempo, habían desempeñado un papel. Schopenhauer está más cerca de nosotros que los espíritus a los que preocupó esa diferencia y que se organizaron de acuerdo con ella. La forma espiritual de Schopenhauer -aquella sobreexcitación y aquel sobrerrecalentamiento grotescos y dualistas de su genio- es menos romántica que moderna. Y yo quisiera poner muchas cosas en este último adjetivo, pero, en conjunto, referirlo a una disposición anímica occidental que va deviniendo cada vez más sufriente -y eso es cosa que salta con toda claridad a la vista- en el siglo que va de Goethe a Nietzsche."
(Mann, 1938)


Charles Baudelaire fue probablemente el primero en intuir ese "sobrerrecalentamiento grotesco y dualista" del arte moderno, su condición doble, como la del dios Jano, con sus dos caras, una mirando hacia atrás y la otra hacia adelante. Doble, y sufriendo de la incapacidad de conciliar la "razón consciente", el orden, con la "razón inconsciente", la fuerza de la naturaleza:
"Tannhäuser representa la lucha de los dos principios que han escogido el corazón humano como principal campo de batalla, es decir de la carne y del espíritu, del infierno con el cielo, de Satán con Dios. Y esta dualidad se representa inmediatamente, en la obertura, con una incomparable habilidad. (...)
...nosotros éramos como el caballero Tannhäuser que, saturado de delicias enervantes, ¡aspira al dolor!"
(Baudelaire, 1861)


El masoquismo es, por cierto, otra invención ochocentista. Como el pensamiento reaccionario, que se expresa en el grito ominoso con el que se acogió a Fernando VII: "¡vivan las cadenas!".
No utilizo el término "reaccionario" al albur, sino recordando unas frases de Joseph de Maistre que cita E.M. Cioran en su Ensayo sobre el pensamiento reaccionario:
"Y aunque dicha teoría comporta numerosos puntos dudosos, existe sin embargo uno cuya importancia no puede contestarse: el que hace remontar nuestra decadencia a la separación del todo. Punto que no podía escapársele a Maistre: "Cuanto más examinamos el universo, más nos sentimos inclinados a pensar que el mal procede de una división que no sabemos explicar y que el retorno al bien depende de una fuerza contraria que nos empuje sin cesar hacia una unidad igualmente inconcebible". (...) ¿Cómo, en efecto, explicar esa división? (...) Lo que parece cierto es que "la historia" procede de una identidad rota, de un desgarramiento inicial, origen de lo múltiple, fuente del mal."
(Cioran, 1957)

Olivier: La Santa Alianza, 1815Schinkel, Rauch: Monumento en el Kreuzberg, 1818-26

Olivier: La Santa Alianza, 1815        Schinkel, Rauch: Monumento en el Kreuzberg, 1818-26


La justificación política del neogótico -contra el Estilo Imperio- en el período postnapoleónico queda descrita en los comentarios de Rosenblum y Janson a una aguada de Heinrich Olivier y a un monumento de Schinkel y Christian Daniel Rauch:

"En 1815, podía por fin considerarse que tanto la grandeza como el horror de la épica napoleónica pertenecían ya al pasado y el Congreso de Viena podía intentar reconstruir el mapa de Europa y de sus gobernantes en la línea de las tradiciones que la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas habían interrumpido. (...)
Tanto si compartían como si no el espíritu reaccionario de sus mecenas y gobernantes, los artistas reflejaron estos enfrentamientos entre el pasado y el presente. En 1815, en Viena (la cuna de todos estos intentos por dar marcha atrás al reloj de la historia hacia un mundo muy anterior al que había en 1789)...
...un mundo recién nacido, de germánico esplendor medieval, donde, a partir de los cimientos románicos, las bóvedas y las tallas góticas se alzan sobre las cabezas como símbolo de gloria nacional y poder militar. Estamos ante un renacimiento patriótico, arraigado en venerables tradiciones medievales, el mismo que se encuentra en muchos proyectos arquitectónicos neogóticos elaborados, a partir de 1815, por Karl Friedrich Schinkel y por sus contemporáneos alemanes. (...)
El monumento del Kreuzberg... está dedicado a la memoria de aquellos que murieron luchando, como alabanza para los que sobrevivieron y como modelo para generaciones venideras. La exaltación del patriotismo, por lo tanto, es el tema predominante... el monumento como una torre gótica, en lo que se había llegado a considerar "el estilo nacional alemán", a pesar de su origen francés, y en hierro fundido, "el material patriótico", mejor que en bronce."
(Rosenblum-Janson, 1984)

 


Inicios del eclecticismo


Jappelli, Gradenigo: Café Pedrocchi, 1831 Jappelli: Café Pedrocchi, Il Pedrocchino 1831, 1837

Jappelli: Café Pedrocchi, Il Pedrocchino 1831, 1837  

 


La forma del suelo

La forma del suelo, o la posición de los edificios sobre él, es un asunto importantísimo para la arquitectura del clasicismo romántico, y una preocupación que en el fondo tiene mucho que ver con la oposición entre arquitectura y naturaleza. Esa oposición se manifiesta en la tensión extrema con que los edificios se levantan del suelo, más que apoyarse sobre él, quedando como si quisieran aparecer como ingrávidos, como liberados de la naturaleza y de sus leyes, y especialmente de la de la gravedad.
En una entrevista Peter Blake preguntaba a Ludwig Mies sobre su opinión sobre Schinkel, y Mies da una de sus características evasivas, pero clarísimas respuestas:
"MIES: Cuando fui de joven a Berlín y miré a mi alrededor, me interesó Schinkel porque era el arquitecto más importante de Berlín. Había alguno más, pero Schinkel era el más importante. Sus edificios eran un excelente ejemplo de clasicismo, el mejor que conozco. Y claro que me interesaba. Lo estudié cuidadosamente y fui influído por él.Eso pudo ocurrirle a cualquiera. Creo que Schinkel tenía construcciones maravillosas, proporciones excelentes y buenos detalles.
BLAKE: ¿Qué hay sobre la forma en que Schinkel colocaba sus edificios sobre plataformas?
MIES: Creo que es una buena forma de hacerlo, más que una forma clásica de hacerlo."
(Blake, Mies, 1963)


Tenía razón Mies: era una buena forma de hacerlo -la misma que él utilizaba, piénsese en la casa Farnsworth o en la Neue Nationalgallerie de Berlín- y no era una forma clásica, sino una característica del clasicismo romántico.

"Por supuesto que Schinkel malinterpretó básicamente cualquier tradición: que la malinterpretara es la condición de su potencia. Pero esa potencia consiste en lo siguiente: con el casi exceso de su obra... consiguió... levantar una arquitectura en un vacío. Es una arquitectura sin raíces, antitradicional y efímera: porque su tiempo transcurre ahí, trajo el caos... Era artificial, una arquitectura para arquitectos y para intelectuales. (...)
Se definía sobre todo en que flotaba como un fantasma en el aire y no tocaba el suelo de la vida. Precisamente por eso se llama a ese tiempo el del idealismo. (...)
Pero, después de todo, la indicación de lugar “en el aire” no resulta inesperada, después de que hemos hablado de que Schinkel levantó una arquitectura en el vacío. El aire, el vacío es el lugar histórico de esa arquitectura."
(Posener, 1967)

?????Schinkel, Construcción de un templo dórico, 18
                                            
              Schinkel, Construcción de un templo dórico, 18 

Esa indicación de lugar: "en el aire, en el vacío" es la que corresponde más exactamente al proyecto de palacio real en la Acrópolis de Atenas del que Schinkel hizo una única versión en 1834. Y también el calificativo de "antitradicional" cuadra a esa arquitectura, y nos recuerda otra característica del clasicismo romántico: los primeros arquitectos que estudiaron, metro en mano, los monumentos de la antigüedad clásica, y fueron capaces de proyectar su reproducción con la mayor meticulosidad pensable, eran capaces de plantearse sin mayor preocupación proyectos cuya sola mención escandalizaría hoy en día a cualquier autoridad encargada de velar por la conservación del patrimonio. Por ejemplo, proyectar un palacio real... en la Acrópolis de Atenas. 

Schinkel: Proyecto de palacio real en la Acrópolis de Atenas, 1834
Schinkel: Proyecto de palacio real en la Acrópolis de Atenas, 1834Schinkel: Proyecto de palacio real en la Acrópolis de Atenas, 1834

Schinkel: Proyecto de palacio real en la Acrópolis de Atenas, 1834  
    

El proyecto de Schinkel "flotaba en el aire como un fantasma". La planta es una hoja de papel blanco recortada y dejada flotando por encima de la rugosidad material, terrenal, natural y oscura de los peñascos que sobrevuela. La oposición entre la racionalidad abstracta y luminosa, artificial de la planta y la naturaleza de la que la arquitectura se separa preside todo el proyecto, como lo hará en la obra de Mies, por ejemplo en la casa Farnsworth. No hay ahí mediación entre naturaleza y arquitectura.
El proyecto se construye mediante yuxtaposición de piezas diversas y también mediante una seriada repetición de piezas iguales, como en la larguísima columnata que recorre, paralela al lado mayor del Partenón, el canto de la plataforma.
La sala principal de recepción del palacio muestra una evidente des-composición de las partes, especialmente en el soporte de la estructura de cubierta no directamente sobre los muros, sino sobre columnas muy próximas y unidas a ellos mediante unas ménsulas que prolongan una cornisa. Ese procedimiento -separar las columnas de los muros- anticipa casi en cien años uno de los rasgos principales de la arquitectura del Estilo Internacional.
Absolutamente cercano a este proyecto inconcluso de Schinkel es el de Leo von Klenze para el Walhalla der Deutschen, un edificio monumental construído cerca de Regensburg entre 1830 y 1842, que se ilustra a continuación, y para el que pudieran repetirse muchos de los comentarios hechos sobre el proyecto anterior.

Klenze: Walhalla, cerca de Regensburg, 1830-1842Klenze: Walhalla, cerca de Regensburg, 1830-1842
Klenze: Walhalla, cerca de Regensburg, 1830-1842
Klenze: Walhalla, cerca de Regensburg, 1830-1842
Klenze: Walhalla, cerca de Regensburg, 1830-1842

Ya sean neogóticos o neoclásicos, los proyectos que Schinkel representa en sus pinturas se colocan levantados, flotando por encima del paisaje, fuera de la ciudad y convertidos en ruinas o todavía en construcción. 

Schinkel: Vista del florecimiento de Grecia, 1825, copia de Ahlborn, 1836Schinkel: Catedral gótica junto al agua, 1813

La construcción de un pabellón de verano junto al palacio de Charlottenburg, en Berlín, en 1824, ilustra perfectamente esa suspensión en el aire de la arquitectura schinkeliana. La barandilla metálica que corta el volumen cúbico del pequeño edificio en la mitad de su altura suscita la duda acerca de cuál sea el nivel de la planta baja y hace que a simple vista el edificio parezca tener la mitad de altura y reflejarse en un espejismo.
El precioso retrato de Schinkel en Nápoles, de Franz Catel, nos muestra el descubrimiento por Schinkel del edificio napolitano cuya reconstrucción en Berlín le había encargado a Schinkel su rey. El balcón abierto, sin ninguna barandilla, nos deja ver por encima de un bosque que debe levantarse en el fondo del abismo al que el balcón se asoma.

Schinkel: Pabellón de Charlottenburg, Berlín, 1824Schinkel: Pabellón de Charlottenburg, Berlín, 1824
Schinkel: Pabellón de Charlottenburg, Berlín, 1824

Catel: Schinkel en Nápoles, 1824
Klenze: Walhalla, cerca de Regensburg, 1830-1842
       Catel: Schinkel en Nápoles, 1824                                   Klenze: Walhalla, 1830-1842

 


Escenarios de Schinkel

"Que la pintura en las partes que constituyen la escena se simplifique tanto como sea posible es también necesario si quiere evitarse la impresión risible de aquellas composiciones chocantes y nunca coincidentes. Si pudiéramos resolver nuestra escena en la mayoría de los casos con un único lienzo pintado, iríamos mucho más allá que los antiguos, puesto que incluso el más perfecto engaño físico puede conseguirse técnicamente, mejor y más fácilmente que sobre una escena con telones y bastidores que se derrumban por todas partes y que en el mejor de los casos no pueden conjuntarse más que desde un sólo punto de vista. La gran ventaja que así se obtendría sería la siguiente: que el cuadro de la escena podría tratarse artísticamente con cualquier intención y no afectaría a la acción, puesto que no sobresaldría orgulloso, sino que se mantendría siempre como trasfondo simbólico a la distancia adecuada para la fantasía. Si la escena debe ganar carácter, nuestro proscenio debe obtener más el sentido de la escena fija de la antigüedad y ser un potente marco delimitador para el cuadro de la entera apariencia escénica. (...)
La diferencia principal de esta disposición respecto de los teatros actuales y de casi todos los teatros es que no utiliza ni bastidores ni telones. Las ventajas que se obtienen son las siguientes:
  1. El pintor de teatro obtiene por una gran simplificación de su trabajo una libertad mucho mayor, puesto que por lo general tiene que trabajar tan sólo un cuadro; aunque en algún caso deba trabajar algunas transparencias, siempre armonizarán más fácilmente en el conjunto como cuadros coherentes que los telones con bastidor.
  2. Esa escena simplificada, que como cualquier representación en perspectiva tan sólo puede ser vista con corrección desde un único punto de vista, al menos no se disgrega completamente cuando se deja ese punto de vista, como sucede con la escena recortada por telones y bastidores, que muestra desde todos los otros puntos de vista una composición completamente fragmentaria e incómoda, tanto más molesta cuanto más alejados se encuentren los espectadores de ese punto. Además de eso, la escena se vuelve mucho más grande y la representación principal no se estrecha por una serie de montajes, bastidores y piezas compuestas, lo que hasta ahora era un error habitual, con el que se creía hacer la escena más natural, cuando el pintor dispone de todos los medios para alcanzar completamente ese fin con la ordenación de las líneas y perspectivas sobre un lienzo."

(Schinkel, 1813)

Schinkel: Schinkel:
Schinkel: Nash:
Schinkel: Schinkel:
Schinkel: Schinkel:

 


El museo

Schinkel: Altes Museum, 1823-30Schinkel: Altes Museum, 1823-30


Schinkel: Altes Museum, 1823-30
Schinkel: Altes Museum, 1823-30


Hummel: Pulimento de la concha de granito, 1831
Hummel: La concha de granito frente al Altes Museum, 1831
Hummel: Pulimento de la concha de granito, 1831    
La concha de granito frente al Altes Museum, 1831




Mies: Crown Hall, 19  Le Corbusier: Parlamento de Chandigarh, 19
     Mies: Crown Hall, 19                                              Le Corbusier: Parlamento de Chandigarh, 19 

 


La casa-museo

Monkish: enfermizo
Carnero: la cara oscura del siglo de las luces...
Myse en abyme: la obra en la obra como fragmento
Kaufmann sobre Soane
Aprendiendo de todas sus casas

Soane: 12,13&14 Lincoln's Inn Fields, Londres, 1792-1837Soane: 12,13&14 Lincoln's Inn Fields, Londres, 1792-1837
Soane: 12,13&14 Lincoln's Inn Fields, Londres, 1792-1837

Soane: 12,13&14 Lincoln's Inn Fields, Londres, 1792-1837Soane: 12,13&14 Lincoln's Inn Fields, Londres, 1792-1837
Soane: 12,13&14 Lincoln's Inn Fields, Londres, 1792-1837

Esquema positivo y negativo de bóvedas vaídas
Esquema positivo y negativo de bóvedas vaídas

Soane: Tumba de la familia Soane, Londres, 1816
Soane: 12,13&14 Lincoln's Inn Fields, Londres, 1792-1837Soane: 12,13&14 Lincoln's Inn Fields, Londres, 1792-1837
Soane: Tumba de la familia Soane, Londres, 1816   Soane: 12,13&14 Lincoln's Inn Fields, Londres, 1792-1837


Soane: 12,13&14 Lincoln's Inn Fields, Londres, 1792-1837 Soane: 12,13&14 Lincoln's Inn Fields, Londres, 1792-1837 Soane: 12,13&14 Lincoln's Inn Fields, Londres, 1792-1837
Soane: 12,13&14 Lincoln's Inn Fields, Londres, 1792-1837

Soane: 12,13&14 Lincoln's Inn Fields, Londres, 1792-1837 Soane: 12,13&14 Lincoln's Inn Fields, Londres, 1792-1837
Soane: 12,13&14 Lincoln's Inn Fields, Londres, 1792-1837

 Soane: 12,13&14 Lincoln's Inn Fields, Londres, 1792-1837Soane: 12,13&14 Lincoln's Inn Fields, Londres, 1792-1837
Soane: 12,13&14 Lincoln's Inn Fields, Londres, 1792-1837