PROYECTO DE ENLACES
de la ZONA DE ENSANCHE DE BARCELONA
y de los PUEBLOS AGREGADOS (1907)
Memoria

 

 
 

 

 

 

-I-
DE LO QUE REPRESENTAN SOCIAL Y
ECONOMICAMENTE LAS GRANDES CIUDADES.

En nuestra organización moderna, la ciudad ha tomado una gran importancia económica y social, superando a todo lo que había podido preverse. Es debido, sin duda alguna, a los rápidos progresos científicos de nuestra época, sobre todo, al desarrollo de los caminos de hierro y de todos los medios de transporte, los que aumentando la gran atracción de las ciudades populosas ha provocado esos crecimientos formidables que desempeñan un papel tan influyente que se extiende fuera de los límites de su territorio.

En todas las grandes ciudades se ha buscado el medio de ponerse en condiciones favorables para recibir y retener las constantes afluencias de población nueva y los importantes trabajos que en todas partes se han ejecutado ó están en vías de ejecución, algunos con el solo fin de embellecimiento, prueban que todas buscan sin cesar el medio de aumentar su fuerza de atracción, como si el crecimiento continuo fuera una de las leyes de su vitalidad.

A pesar de que el crecimiento crea nuevas cargas, solo él permite la realización de necesidades que se hacen de día en día y constantemente mas imperiosas.

Este esfuerzo constante, estas transformaciones sin cesar, no tiene solamente por fin el corresponder á esta ley de crecimiento, sino más todavía, responden á la influencia que ejercen sobre los países de su alrededor y aún sobre los países relativamente lejanos, las grandes aglomeraciones. Hay hoy entre la ciudades una verdadera lucha de influencias. Cuantos más afluentes directos, terrestres y marítimos tienen, mas hacen sentir su influencia y más aumenta su prosperidad.

El papel social y económico de las ciudades, sobre todo las grandes, es consecuencia de que actualmente la vida de los países está concentrada en ellas.

En efecto, hoy son no solamente grandes centros de adquisición y consumo, sino también grandes centros de producción y de cambio, verdaderos depósitos de comunicación, de circulación y de transformación para los países que están bajo su influencia directa. Son los verdaderos centros de civilización, de educación para los pueblos, de espíritu de iniciativa y de empresa.

Dentro y alrededor de las grandes ciudades, es donde se sostienen los grandes combates económicos.

Como decía el presidente Behrendt en la apertura del Congreso de Administración de los ferrocarriles alemanes en Septiembre de 1906, considerándolo bajo el punto de vista particular de los ferrocarriles: "Las grandes ciudades son los lugares que estrechamos con nuestros rieles de hierro, son los centros de los cuales extraemos la vida y –a los cuales la conducimos."

Es, pues, necesario que la mejora, el desarrollo y la afluencia de medios de comunicación, las ponga por todas partes en relación directa, sobre todo, con los países que deban mas inmediatamente aprovecharse de las ventajas materiales y sociales que crean y que contribuyan y participen de su prosperidad. La magnitud de su papel les crea también verdaderos deberes.

Si en todo tiempo la ciudades han sido centros más educados, más refinados y más instruidos, los medios modernos las hacen centros de irradiación del pensamiento que se reflejan sobre todo lo que está en contacto con ellas. Las ciudades son verdaderos cerebros.

La aglomeración en si misma, es la fuente de la intelectualidad que se manifiesta en ellas; su fuerza más poderosa es la necesidad, la satisfacción de recíprocos cambios intelectuales, y aún podría decirse que es la razón de ser de las ciudades mismas.

Cuando Howard, el célebre publicista inglés proveedor de las grandes Garden-City de las cuales la primera se edificó á cincuenta kilómetros de Londres, en un pintoresco cuadro poniendo en paralelo las ventajas é inconvenientes de la vida de la ciudad y de la vida del campo, concluye por considerar superior la ciudad-jardín que reúne, dice él, las ventajas de las dos vidas, se podría aprobar sin reserva sino se pensase en toda la fuerza de la intelectualidad que de este modo se aísla, disemina y pierde. No basta crear el bienestar y la facilidad de la vida; la tranquilidad y el reposo no han valido nunca nada por si solas. La intelectualidad nace de la fiebre de las grandes capitales.

A pesar de que los ferrocarriles eléctricos de las Garden-City á las grandes ciudades acortan lo más posible las distancias, les faltará siempre el contacto inmediato. Si los agrupamientos importantes ofrecen ciertos inconvenientes, ofrecen también una serie de ventajas que las compensan y suplen grandemente.

El arquitecto Albert Trofman, en una de sus conferencias dada en Berlín en 1906, dice que se debe rechazar enérgicamente la opinión de que leas grandes ciudades no son de desear. Sobre esto la historia ha expresado ya su juicio y ha probado que como resultado de una cultura superior son altamente necesarias; su importancia prueba la el poder intelectual, material y efectivo de un pueblo; el desarrollo de un centro de población como centro de tráfico, de acción, de arte y de ciencia, supone una importancia á gran altura; no se pueden concebir las grandes civilizaciones sin las grandes ciudades que siempre han sido los centros directores y evolutivos. Atenas tenia 180.000 habitantes, Roma en tiempo de los Emperadores 2.000.000, Sevilla en tiempo de los Árabes 400.000, Alejandría 1 millón.

Las grandes ciudades serán siempre centros de grandes progresos y de grandes desarrollos. Son focos luminosos que no sólo irradian sino que iluminan muy lejos, solo que percibimos débilmente sus rayos á medida que aumenta la distancia.

Las escuelas especiales; la universidades, las grandes colegios, las salas de música, los teatros, los grandes periódicos, las grandes bibliotecas, los numerosos libros que continuamente ven la luz, las revistas, etc., junto con la importancia de la vida pública, crea una afluencia intelectual que no puede encontrarse mas que en ellas.

El verdadero papel social de la gran ciudad, es hacer que se aprovechen de su vida intelectual todos los países cercanos ó que están en contacto con ella, y entender su influencia al mayor radio posible.

La demolición de las antiguas murallas que circuían las ciudades puesta en práctica en todos los países, no ha sido solamente un hecho que haya permitido su expansión material, sino que ha correspondido afortunadamente con algo más importante, cual es, la expansión de sus ideas.

Las grandes poblaciones no se detienen hoy en los límites estrechos del simple territorio municipal, sino que están llamadas á ejercer una influencia tal que las hará ilimitadas. Su radio de acción es muy extenso y en todo él se vive la vida económica de la ciudad y de ella se recibe la influencia intelectual. En cuanto se sale de una urbe, por sus carreteras y sus ferrocarriles se siente hasta muy lejos el contacto con ellas; en los países industriales las ciudades parecen indefinidas, limitadas. La más importante es aquella cuya influencia se hace sentir mas lejos.

Si no se puede afirmar en absoluto que este papel, esta influencia, sea especialmente moderna (puesto que la historia nos presenta algunas ciudades que impusieron su civilización), sin embargo, nunca habían tomado la importancia que hoy.

Se podría decir, al menos en sentido figurado, que extendiéndose las grandes ciudades cada día mas, las pequeñas no existirán, no serán sino sucursales de las ciudades madres.

En el Congreso de higiene celebrado en Bruselas en 1903, un sabio se expresaba en estas palabras sobre la *** Ciudad no corresponde hoy, como antes, a la idea de una agrupación bien determinada, sino a la de una aglomeración comprendiendo un número mas ó menos grandes de localidades que la estadística científica debe considerar en su conjunto si quiere darse exacta cuenta del desarrollo de la ciudad propiamente dicha."

 

-II-
LA URBANIZACION DE LAS GRANDES CIUDADES

La construcción de las ciudades se resiente de la misión importante que tienen, aumentando sus cargas con multitud de obligaciones nuevas.

Antes la ciudad procuraba encerrarse y replegarse sobre si misma, pero la tendencia moderna es completamente opuesta; hoy solo busca extenderse, cubrir superficies cada vez más importantes. Los medios de transporte cada día más económicos, más rápidos y más perfeccionados, favorecen esta extensión. La ampliación de las ciudades, si crecimiento continuo, crean una porción de necesidades que no existían antes y que exigen nuevos servicios que es preciso satisfacer.

Las grandes urbes modernas, dice el ingeniero Behrendt, encargan á las corporaciones directivas los problemas mas difíciles concernientes al tráfico, a la colonización, a la higiene y a la edificación.

El problema de la urbanización consiste en la realización material de todas las necesidades y se agranda hoy de una manera desconocida hasta el presente, tanto, que en cierto modo no se trata solamente de hacer frente a las necesidades presentes, sino que también debe tratarse de permitir y favorecer el desarrollo de las necesidades futuras.

Las poblaciones que ante su crecimiento han resuelto la cuestión sólo para el presente, se han encontrado con mas dificultades que sino hubieran hecho nada; e es que las necesidades de las ciudades modernas no aumentan paralelamente a su crecimiento, se cuadriplican sino se duplican. Los servicios públicos de una gran urbe, por ejemplo, no son cuádruples de los de una que tenga la cuarta parte de los habitantes, sino ocho, diez o doce veces más importantes; detalles de organización casi inútiles o desconocidos en la menor toman en la grande una importancia considerable. Esto explica el presupuesto de ciertas capitales que parece el de un pequeño estado; París por ejemplo, en 1906 tenia mas de 400 millones.

Cuanto mayor es una ciudad, mas obligación tiene de instalar sus servicios de una manera irreprochable y al mismo tiempo con cierta grandiosidad, por su propia dignidad y por los extranjeros que la visitan.

Se puede decir casi, que lo que caracteriza las grandes ciudades es precisamente la amplitud con la cual están tratadas todas las necesidades y todas las cuestiones de su urbanización; esto es para ellas una obligación, ya que todos los problemas urbanos adquieren tanta importancia.

Para corresponder a grandes agrupaciones de población es preciso comunicaciones rápidas, anchas vías para los numerosos medios de transporte y casa altas, grandes calles y plazas, grandes espacios libres para su higiene y abundancia de servicios públicos etc., y todo ello realizado amplia y grandiosamente. Precisamente es la amplitud necesaria es la que da a las grandes capitales ese aspecto monumental que es uno de los mayores atractivos de su belleza.

La urbanización en las pequeñas ciudades presenta diferencias radicales. En las últimas, la poca extensión del movimiento urbano, la poca altura de los edificios a la cual corresponde la estrechez de las calles, lo mínimo de sus servicios, permite tratarlas de un modo más pintoresco e irregular, con mas libertad en la forma y menos rectitud y regularidad en la disposición, en una palabra, según los procedimientos antiguos de urbanización de la Edad Media o al empezar el Renacimiento donde encontramos tan hermosos ejemplos. Pero las grandes urbes así tratadas no serían mas que extensas ciudades pequeñas. Este es el defecto en que incurren ciertos urbanizadores modernos, que por querer copiar o inspirarse en los modelos antiguos, hacen rincones que serían deliciosos sino hubieran tenido que darles por obligación dimensiones mayores.

Para no citar mas que un ejemplo típico, obsérvese que la característica de la mayor parte de las plazas que se hacían antiguamente, era la de ser cerradas o parecerlo a causa de la estrechez de las calles; hoy el ancho de las que concurren a las plazas es tal que no es posible obtener la impresión cerrada. De la misma manera es preciso renunciar a otras muchas cosas y buscar la armonía de impresiones nuevas.

Es evidente que la vida moderna, cuidando mas de la higiene general e individual y dando mas intensidad al espíritu de producción y trabajo en todas sus formas, requiriendo mas rapidez en las relaciones de los servicios públicos, reclamando así mismo diversiones mas variadas, ha impuesto también a la urbanización elementos mas grandes en número, en variedad y en extensión.

Si todos los elementos impuestos a la urbanización son más numerosos y más grandes que antes, no obstante, no pueden armonizarse en la actualidad de la misma manera que se hacía entonces, sino que es preciso crear una nueva armonía que esté en relación con la amplitud que se exige sobre todo en las grandes ciudades, cuya característica de la vida es el movimiento y la nerviosidad.

A pesar de cuanto se ha dicho y se sigue diciendo, todos estos elementos pueden contribuir a dar carácter artístico; ciertas ciudades modernas o de crecimiento reciente presentan señales evidentes de verdadera belleza.

En la urbanización, como en todo, el arte consiste en la expresión de la verdad, es decir, en lo que se dice y se cree ser sinceramente la verdad.

Nuestra época asiste, no diré a un renacimiento, sino a un despertar artístico que se manifiesta en todo. La urbanización que en un momento dado podía parecer que tenia por único objetivo las especulaciones puramente prácticas, ha manifestado también tal carácter.

El trazado del plano de una ciudad, no debe considerarse hoy como un simple acto de vialidad, sino que de obedecer a otras ambiciones. La mera geometría es insuficiente para el arte de urbanizar, y esa es tal vez la lección mas provechosa que nos dan las ciudades antiguas.

 

-III-
INFLUENCIA DE LA URBANIZACION

Los problemas arquitectónicos que en sí lleva la construcción de las ciudades modernas y sobre todo de las grandes capitales o de sus ensanches, son en extremo numerosos y variados y algunas veces parecen contradictorios; la urbanización práctica y estéticamente, consiste en el arte de armonizarlos.

La solución de uno solo de estos problemas establecido en detrimento de los demás, sería una falta que podría pesar gravemente en el desarrollo de la ciudad. Bajo todos los puntos de vista la urbanización debe preocuparse sólo del interés general, nunca del interés particular. El interés general está formado por un conjunto de condiciones particulares que deben ser tomadas todas en consideración en relación con su importancia, por que es evidente que cada una de ellas no tiene el mismo grado de necesidad o de valor.

En una gran ciudad marítima que, como Barcelona, está en pleno movimiento industrial y comercial, la urbanización no debe de ser solamente un trazado de calles, plazas y parques, sino la utilización de las fuerzas y energías activas para una mejor y mayor producción, lo cual constituye el manantial de sus riquezas. La ciudad debe estar organizada para obtener el máximum de prosperidad y a ello debe de obedecer la construcción de su plano. ¿Quién no está ya convencido de todo el valor que puede lograrse con la urbanización?. Nadie puede dudar que se refleja y tiene consecuencias inmensas sobre la colectividad.

En la manera de dispones las ciudades, es donde el arte, mas que en otra parte alguna, debe ejercer su influencia. Su acción educadora se hace sentir a cada paso; así se reconoce al darse de día en día mas importancia a la estética como a la conservación de las calles. Es preciso, pues, dar a la urbanización la importancia que merece, porque como dice Jean Lahor: "Muchas cuestiones morales no son mas que cuestiones de estética."

El arte de la Urbanización es eminentemente popular, no hay otro que esté mas en contacto con la vida de la colectividad, puesto que es precisamente el medio de vida y de evolución en toda la ciudad. Si en ella prescindimos del arte ¿quién no está convencido de la influencia considerable que pueden tener en la marcha activa de la población los grandes trazados de circulación y la adopción de ciertos servicios públicos, sobre todo, en nuevos proyectos?.

Una feliz agrupación de edificios, una plaza bien distribuida, una estatua bien colocada, un jardín bien situado, hacen mas para la educación que muchos libros.

H. Spencer dice: "El colegial no abre los libros hasta que la casa, el jardín o la calle le han enseñado todo lo que tienen que enseñarle."

Henry Baudin, al hacer esta cita en un hermoso libro, verdadero monumento levantado en honor de las escuelas Suizas, añade: "La vida usual, el medio ambiente en el cual se vive, constituyen ciertamente una enseñanza mas viviente y mas activa que todos los museos del mundo.

Sería útil, pues, que la ornamentación de las calles o de las plazas, como la de los edificios públicos, sirviese para explicar la historia, la formación, la vida del pueblo, del Estado o de la comarca.Las obras de arte ganarían en ello porque llevarían en sí mismas una lógica, una razón de ser, en vez de una apariencia de frivolidad.

El influjo del arte en la sociedad se presenta cada día mas como un medio educativo, siendo no obstante un medio de goce espiritual.

Algunos creen que el arte nada tiene que ver con la vida material moderna, llena de asuntos urgentes, de negociaciones importantes, de trabajos productivos, etc., lo cual es un grave error; precisamente el goce del arte es necesario sobretodo a los que más vienen obligados a trabajar materialmente. El mejor descanso está en el éxtasis del alma.

¿No vemos, por ejemplo, y cada día más, las ciudades americanas y sus ciudadanos, formar continuamente museos, comprar enormes y espléndidas colecciones, encargar obras de arte, llenar las bibliotecas de ejemplares raros, edificar suntuosas academias y universidades, escuelas de arte, conservatorios, teatros, cubrir enormes superficies de terreno con jardines? ¿Y no vemos cada día que los grandes centros de producción material son también grandes cetros de intelectualidad? Todo se completo en nuestra vida moderna, y el arte, como siempre y más que nunca, reclama el primer sitio que es el que le corresponde. En vez de obligar al hombre atareado, como se hace hoy, a que tenga que ir a buscar el arte en sitios escondidos, demasiado escondidos, el arte debiera de ir a él y envolverle con su atmósfera bienhechora. Los museos deberían ser exteriores y no deberían encerrar sino lo que es absolutamente necesario preservar de la intemperie, y aun esto, en edificios muy abiertos.

Todavía es posible, como antiguamente, construir pórticos decorados con grandes frescos ó cuadros que recordaran la historia del país, la vida de los hombres que le han engrandecido, construir monumentos simbolizando los hechos importantes de la raza, el amor a la patria y a la libertad, el beneficio del trabajo y de la paz. En una palabra, hay posibilidad de exteriorizar, materializar todo lo que tienda a mejorar las masas, a provocar el esfuerzo y el entusiasmo de la multitud, a perfeccionar al individuo, a instruir al ciudadano, a fortalecer su cuerpo y su espíritu. Esa es la grande escuela, la lección para todos y para siempre, jóvenes y viejos, discípulos y maestros. Al pueblo no hay que obligarle a que vaya a los museos para reformar su educación artística; esta debe hallarla en la calle, en los jardines y en las plazas públicas. Todo, en la disposición, la decoración y significación de los edificios debe tener a este fin. La vida al aire libre es lo que forma los pueblos.

Yo sueño en las antiguas ciudades donde el culto del arte era la expresión más alta de la civilización. Sueño en ellas con placer pero no con sentimiento. Aunque vivamos en una época de transición en la que todos los elementos se agitan sin haber encontrado aún su posición de equilibrio, veo el porvenir mas claro y reposado, porque hoy se siente ya que como antes, el arte será la más alta expresión de una nueva civilización adelantada. ¿Porqué, sino, las multitudes, llenan los teatros, las salas de concierto, las exposiciones de arte (que han venido a ser una necesidad de las poblaciones), invaden los paseos y jardines, aprovechando para ello los únicos momentos libres que les dejan el trabajo y los negocios?

El arte forma parte esencial de la vida íntima de los pueblos y de las ciudades. Una ciudad sin arte o sin esfuerzo de arte, no es tal ciudad, es simplemente una agrupación de arrivismes, de ambiciones, de egoísmos y de apetitos.

La arquitectura urbana moderna se caracteriza por la importancia y el relieve que tiende a dar a los motivos artísticos. Por mucho pues que una ciudad se preocupe de arte, nunca será lo suficiente, y no hay que decir, que en la medida de mis fuerzas, he hecho de ello una de las condiciones principales de este trabajo.

 

-IV-
EL ARTE DE LA URBANIZACION

 

-A-
LO QUE DEBE SER EL ARTE EN LAS POBLACIONES.

El arte en las poblaciones reviste actualmente una forma bastante compleja debido a la diversidad de nuestras necesidades higiénicas y de tráfico; nuestras anchas calles, forzosamente en su mayor parte plantadas de árboles, se acomodan difícilmente a los efectos pintorescos que tanto nos encantan en las urbanizaciones antiguas. Sobretodo en una gran ciudad, hay que tomar las cosas tal como son y no pensar mas en lo que fue; las exigencias modernas, las nuevas ventajas, tienen tanto valor y tanta importancia que es posible titubear; es preciso abordar resueltamente el problema de otra manera. Eso no quiere decir que sea absolutamente necesario descartar los efectos perspectivos y los puntos de vista, pero importa considerarlos bajo otros aspectos.

Difícil es definir con precisión la estética urbana. Pero bien puede decirse que debe ser una real y constante preocupación de armonía entre sus diferentes partes.

Considerando la solución de un punto cualquiera en sí y por sí misma, lo que podría parecer mejor es inadoptable algunas veces, porque destruye la armonía de un conjunto y repercute mucho mas allá de lo que parecen ser sus límites. Y es que todo se enlaza o debe enlazarse; y considerándose este punto de vista puede decirse que la composición de conjunto forma también parte de la estética de las ciudades, aunque en realización sea muchas veces difícil de apreciar.

El profesor Stubben en su importante y sabio Tratado de Urbanización, resume así su apreciación sobre el arte en las poblaciones: " Las exigencias de la belleza no son independientes de las cuestiones prácticas.

-No hay principios absolutos. –Cuanto más un plano responde a su fin, mas probabilidades tiene de belleza. "Y continua diciendo que la construcción de una ciudad bella y armoniosa se garantiza por lo siguiente:

-Diversidad fundada en el carácter real de las circunstancias.

-Formación individual de calles y plazas.

-Contrastes: entre lo abierto y lo cerrado, lo grande y lo pequeño.

-Que a largas perspectivas sucedan otras reducidas.

-Esfuerzo para evitar toda línea convexa, ya sea en las alineaciones ya en las rasantes.

-Buena elección de emplazamientos para los edificios monumentales.

-Buena proporción, sin exceso, en las diversas partes.

-Ornamentación de esculturas, jardines, etc. Y en el conjunto, una concepción artística homogénea.
-Una ciudad moderna debe tener un aspecto diferente de una ciudad antigua; sin embargo, las de la Edad Media y las de la época Barroca son manantiales de motivos y modelos.

Estas proposiciones encierran ciertamente lo esencial de lo que puede dar a una ciudad aspecto y vida artística, y digo que no encierran más adelante, la urbanización va mas allá.

 

-B-
ELEMENTOS DEL ARTE EN LAS CIUDADES.

Todos los elementos del arte de las ciudades tienen desde un principio una tendencia altamente práctica, y uno de los primeros, al menos a mi modo de ver, es la composición general del plano.

De la composición general.

No hay duda alguna como lo expliqué ya en la Memoria del Concurso que el primer objeto de la composición corresponde ante todo a un fin de utilidad. La composición general es el trazado esquemático con la sola indicación de las vías importantes de circulación y los emplazamientos especiales. Este trazado es como el esqueleto en el cuerpo humano, que marca lo esencial, es la estructura sensible del plano, lo osamenta sobre la cual, como los músculos, vendrán a adherirse las otras partes, como son: vías de segundo orden, de habitabilidad, plazas, jardines, barrios especiales, etc. Y dar al conjunto la impresión de fuerza y de solidez.

Al plano Cerdá le falta arte porque no tiene esqueleto, o mejor dicho, si bien se pueden trazar en esquema algunas grandes vías de circulación que están ya indicadas, su esqueleto no forma un conjunto. Y dicho esqueleto es la base de todos los desarrollos artísticos, tanto si se trata de la formación de un plano entero, como si es un plano de ensanche. En principio, el esquema de una gran ciudad debe expresar dos ideas: una de expansión que marque el sentimiento de desarrollo de la urbe y su influencia exterior, y una de concentración, más compacta a medida que se aproxima al núcleo central.

Estas dos ideas se traducen por dos movimientos de líneas generales y diferentes; las primeras son la s líneas que van del centro a la periferia y de las cuales algunas, prolongándose en forma de carreteras o paseos alcanzan las poblaciones próximas y hasta les lejanas. Las segundas son las diferentes rondas concéntricas. Unas y otras tiene su importancia y difiere su expresión.

Las primeras deben traducirse por una expresión práctica, las segundas por una expresión agradable.

El partido que se ha sacado de estas dos expresiones, es típico en Colonia, Viena, Francfort, etc. donde los "Rings" tratados con amplitud reciben con profusión todo lo que puede embellecerlas. Las Rondas deben venir a ser la Coronas Floridas de las ciudades. ¡Lástima que Cerdá no haya sacado más partido desde el primer momento, de los Paseos de Ronda!

La característica de las vías de tránsito es el tener un trazado simple, claro y continuo, al contrario de las vías de menor importancia que no figuran en el plano mas que como vías de relleno. Estas son vías en gran parte comerciales, generalmente del comercio al por menor.

Hay que añadir a esos dos géneros de vías, las diagonales, las transversales y las longitudinales que frecuentemente se confunden en ciertas partes de su trazado con las precedentes y sirven para acortar las distancias en las comunicaciones del interior. Son como vías mixtas de las anteriores y según su situación pueden tratarse como las vías de simple tránsito rápido como las radiales, o en Paseos como las Rondas.

La combinación de estos géneros de vías ofrece un interés real. Las más importantes de la ciudad que atraviesan dan origen a diversos barrios, permiten la circulación rápida e intensa, contrastando en dimensiones, en vida, en movimiento con las otras, más tranquilas y más reducidas; conducen a los diferentes centros y son las mas concurridas de a población. Deben distinguirse en todas sus disposiciones de las calles secundarias.

De las calles y avenidas.

Bajo el punto de vista estético el trazado de las calles y avenidas es la parte de la urbanización que da lugar a mayores discusiones.

Mientras unos pretenden que las calles, a imitación de los antiguos centros de ciudades, deben ser continuamente curvas o tortuosas para ofrecer efectos perspectivos diferentes y cuadros cerrados, otros pretenden trazarlas uniformemente rectas por razón de higiene y para mayor comodidad de la circulación cada día más intensa. Unos y otros están equivocados. El trazado de una vía no puede ser a priori recto ni curvo, debe corresponde a un sentimiento de lógica necesario en todas sus partes y mas aun cuando se procura hacer obra de arte. Nada obliga a un partido invariable, emplear tal o cual sistema; ya que ninguno de ellos es adaptable a todos los casos. Si las vías curvas son realmente más pintorescas y ofrecen cuadros curiosos, las rectas son de un efecto más monumental que es la expresión esencial que toman las ciudades que quieren afirmar su grandeza y su poder.

En un plano de expansión como el de " Los Enlaces de Barcelona ", adoptar un sistema de vías sinuosa que se enlazasen con el plano Cerdá, seria crear un conjunto armónico, cuando los efectos deben deducirse naturalmente y no ser forzados. En una gran parte de plano, el sistema debe ser rectilíneo.

Esto no quiere decir que las calles o avenidas tengan que ser indefinidamente rectas y uniformes. Así una avenida que ofrece en su extremo un punto de vista arquitectónico como la Avenida de la Opera de París, tiene que ser recta por necesidad.

En nuestra época, la forma de las calles y su urbanización ha de servir para caracterizar los centros o agrupaciones de construcciones análogas, y de las principales condiciones estéticas es que estén apropiadas a su función.

En los barrios en que hay vegetación o chalets con jardines, las calles sinuosas se adaptan perfectamente, tanto más cuanto menos son las edificaciones de la calle.

Este principio conviene también a los barrios obreros, de casas bajas con patios y jardines, a fin de quitar la pesadez y uniformidad de las líneas rectas, las cuales son preferibles en los barrios de carácter monumental y se aplican mejor a los barrios comerciales de habitaciones altas o a los barrios industriales.

Si la curva pronunciada de una calle debe quitar la vista de una perspectiva de arquitectura, o natural, como la ofrecen las montañas y el mar en Barcelona, se debe desechar la curva que puede reducir el efecto o atenuar la impresión, pues es inadmisible que una calle curva se trace con la intención de ocultar el efecto grandioso que produce la vista del mar y de las montañas.

Variedad en las calles rectas muy largas.

Además el trazado debe sujetarse a las necesidades topográficas. En principio, pues, el trazado de las calles y avenidas debe obedecer a un sentimiento lógico.

 

Variedad en las calles rectas muy largas.

Las calles rectas, demasiado largas, o por lo menos muy largas, (como se presentan forzosamente en el "Plano de Enlaces de Barcelona" en el cual las exigencias del plano Cerdá son ineludibles, con el trazado de la Diagonal, calle de Cortes, Meridiana y otras del Ensanche), para ser artístico deben atravesar barrios de aspectos diferentes y también, según la necesidad, deben variar en anchura así como en tipos de construcción. Así, de esta manera la prolongación de la Diagonal en los dos sentidos, hacia S. Pedro Mártir y hacia el mar, por los barrios atravesados, y la vista que ofrecerán sus extremos, puede producir un gran efecto artístico; lo mismo podemos decir de la prolongación de la calle de Cortes hacia la derecha.

Una gran calle rectilínea tratada con el mismo estilo que la prolongación hacia la derecha de la calle Cortés, es la calle Andrassy de Budapest, la cual, aunque muy larga, por sus cambios de anchura y de género de edificación, a medida que se acerca al parque, deja en el espíritu de los visitantes una impresión inolvidable.

Los cambios de anchura son indicados para conseguir efectos pintorescos, y lo son también de embellecimiento. El arte, en este género de calles, consiste en la proporción entre la longitud, la anchura y la altura de los edificios.

Se ha tratado de establecer reglas para las calles rectas, sobretodo para las avenidas, tomadas de ejemplos existentes, (también se ha hecho para las avenidas rectas de los jardines) pero los efectos provienen de causas tan diversas que he hecho caso omiso de ellas.

La proporción generalmente indicada para la anchura es de 1/20 de la longitud, o sea, 50 m2 para calles de un kilómetro, y 40 m2. Para las de 800 m., parece que no debería pasarse de 1/25 o sea 40 m. Para las calles de 1 kilometro, pero se encuentran también casos de 1/30, 1740 y hasta 1/50, que no dejan por eso de ofrecer cierto interés; todo consiste en el estudio que se hace y en la impresión que se quiera obtener. Lo que se puede decir a priori, es que aún sobre un terreno excepcional, la nivelación de una calle recta muy larga, en buenas condiciones de estética, es extremadamente difícil de realizar y es preferible limitar las calles rectas o porciones de ellas de igual anchura.

Es difícil también adoptar una regla determinada para la relación entre la altura de los edificios y el ancho de las calles; los reglamentos de policía y de higiene intervienen, y parece hoy, que la impresión general es, que la altura de los edificios sea igual al ancho de la calle. Sin embargo, en las avenidas, este principio no es aceptable y se ven ejemplos de proporciones entre altura y ancho variables desde 2/3 a 1/5 según los casos. La proporción de 172 representa una buena fórmula para las avenidas de anchura regular, es decir, entre los primeros tipos y las más anchas. La importancia y el interés cada vez mayor que se da a las plantaciones, son motivo de cambios y modificaciones a todas las reglas; no obstante hay que tenerlas en cuenta, así como también el genero de edificaciones, abiertas o cerradas, grandes casas o chalets, que se adopte.

Para que una calle recta pueda prolongarse bastante lejos, es preciso darle 30 metros de ancho mínimo; entonces puede alienar fácilmente un kilómetro de longitud.

--NOTA—Ed. André da como dimensiones de avenidas rectilíneas, las siguientes:

Para 750 m. De largo 20 a 25 m. De ancho

" 1000 m. Id 20 a 30 m. Id

" 2000 m. Id 35 a 40 m. Id

" 5000 m. Id 40 a 100 m. Id

Avenidas de jardines

Para 100 a 200 m. De largo 12 a 18 m. Ancho

" 200 a 400 m. De largo 15 a 18 m. Ancho

" 400 a 500 m. De largo 18 a 22 m. Ancho

" 500 a 600 m. De largo 20 a 25 m. Ancho

Pero si una calle estrecha tiene que prolongarse es conveniente variarle el movimiento, después de una cierta longitud, pues las calles de habitabilidad no necesitan, como las de tránsito, un trazado continuo. Además la razón de que la longitud de las calles debe ser proporcionada a su anchura envuelve el principio de no prolongarlas demasiado cuando son de mediana importancia, (como las calles de 14, 16 y hasta 20 metros), lo cual permite proporcionar vistas a ciertos puntos, y producir efectos reducidos en proporción con la calle misma.

He tratado de introducir este principio en las modificaciones del Ensanche, a pesar de que resulta algunas veces muy difícil con el plano Cerdá, por estar establecido sobre un principio absolutamente opuesto.

Cuando las calles rectas son de gran importancia tendrían que atravesar o bordear jardines, plazas que presenten cierto interés monumental y que les sean proporcionadas.

De lo que precede se deduce que la división de calles en vías de tráfico, paseos anchos, vías de habitabilidad, etc.; ofrece un interés artístico, porque se comprende sin necesidad de decirlo, que cada tipo debe producir una impresión distinta, apropiada a su carácter.

El trazado de las calles rectas o curvas depende mucho de las condiciones del relieve del terreno como nos lo prueban en Barcelona, ciertos ejemplos poco felices (por ejemplo la Travesera de Dalt que es necesario reformar a toda costa). Las rasantes en forma de montañas rusas son de un efecto desastroso y si una calle debe presentar forzosamente estas inflexiones, procúrese por todos los medios disimularlas a la vista ya sea cambiando la dirección en cada punto singular del perfil, ya interrumpiéndola por una plaza, un monumento, un edificio público, etc.

Las calles curvas están menos sujetas a lo dicho, que las rectas, como decía antes, y ofrecen gran interés según los barrios donde se emplazan. Las calles curvas de corto radio no son aceptables hoy.

En los barrios comerciales o de casas altas, ofrecen el inconveniente de la convexidad, que, en ciertas urbanizaciones, se ha corregido por trazados con doble concavidad en forma de lente, pero el sistema no puede ser de aplicación general, y solo conviene en casos particulares.

Las líneas sinuosas o ligeramente curvas ofrecen mucho mas interés, sobretodo si se pueden hacer intervenir cambios de anchura, o si tiene por objeto llevar la vista sobre un punto digno de atención, iglesia, aguja, torre, edificio público, etc. Que puedan presentarse sobre los lados o mas allá de la calle como vista indirecta. La curvatura toma entonces su verdadera significación, y en el trazado de un plano esto puede llegar a tener tal interés que hace desviar y curvar una calle que, sin esta razón, debería ser recta.

El trazado de calles sinuosas importantes, o de escasa importancia, en las vertientes de las montañas o terrenos con mucha pendiente, obedecen mas bien a un fin topográfico; sin embargo, si la urbanización no se hace con construcciones compactas, como lo requiere la lógica, son de las que producen mejor efecto. Algunas terrazas o ensanchamientos ofreciendo el espectáculo de vistas panorámicas agradables como distracción, bastan para darles carácter. En un cierto límite estas calles no deberían edificarse mas que de un lado.

La formación de las manzanas puede entrar en parte en el mismo capítulo que el trazado de calles, puesto que se derivan de este trazado.

Siendo la diversidad uno de los elementos de belleza de las ciudades, la uniformidad de las manzanas debe rechazarse desde luego, porque da un aspecto idéntico a todas sus partes y suprime toda idea de arte.

Considerando solamente el punto de vista práctico, la diversidad es absolutamente necesaria según los barrios; pero se impone también en los que el conjunto corresponde a los mismos fines.

Su variedad conduce a la de las parcelas para la edificación, y según esto, a la de los edificios y habitaciones, a la individualización del domicilio que debería preocupar tanto, a la diferenciación de precios de alquileres, a la variación de expresión de las fachadas, lo cual es ya en sí un elemento de estética; porque ¿qué sería un trazado urbano, si todos los artistas no contribuyeran a su belleza?

La misma configuración de las manzanas puede servir de estímulo para el desarrollo y creación de obras artísticas. Las pequeñas se prestan para ello mas que las grandes, y por lo tanto, para hacer vibrar el arte de la calle.

En la parte ya construida de la Diagonal encontramos manzanas relativamente pequeñas, y una de ellas recientemente edificada, da el ejemplo de lo que se puede hacer. Una serie de casas de alquiler con fachadas así concebidas disimularía la desdicha manera como la Diagonal corta el Ensanche y que tanto dificulta las composiciones artísticas. La repetición de manzanas idénticas no favorecen mas que la venta de terrenos y la negligencia en la formación de planos; y esto, convendrá todo el mundo en que no es suficiente para erigirlo en principio.

Insisto de nuevo sobre este punto, o sea que la variedad de las manzanas provoca rebuscamientos en las construcciones, lo cual debe preocupar a toda costa por la estética, y esta combinada con una mayor amplitud de las ordenanzas daría lugar a resultados nuevos para el embellecimiento. Esta diversidad entraña la de los chaflanes, a la cual es preciso llegar a causa de la monotonía de los del plano actual, y además, por los orientados al N. Que son muy desfavorables para su habitación.

Especialización de los barrios.

Si la especialización de los barrios es una necesidad a las diversas clases o géneros de actividad de los habitantes, en la formación artística responde al sentimiento de variedad. Debemos separarnos cada vez mas de la forma de construcción americana compuesta de enormes edificios.

Bajo el punto de vista artístico, esta especialización entra en la afirmación del carácter, condición esencial de la belleza. Véase sino como en todos los estudios de planos hechos por lis arquitectos urbanizadores, la especialización de los barrios se indica como indispensable, aún en aquellos que solo debe ser resultado de probabilidades más o menos remotas.

Es indudable que hay un verdadero interés artístico en que la forma de la manzana de habitaciones obreras, por ejemplo, no sea la misma que las destinadas a fábricas. Además la agrupación de manzanas de un mismo género de edificación forma ya un grupo típico, sin que debe descuidarse, el interés higiénico que tiene capital importancia.

Tampoco es indiferente que tal o cual grupo esté colocado arbitrariamente, sino que cada uno requiere condiciones particulares, y salvo los barrios exclusivamente industriales, mas bien que limitarlos bruscamente, es preferible hacer que se compenetren dando la prioridad a los que puedan producir una nota mas alegre, como son barrios con jardines en las fachadas, o de sistema abierto de chalets o de casas para familias.

Es evidente que los alrededores de un gran parque no podrán ser urbanizados como el centro de la ciudad, luego es preferible adoptar una urbanización particular, que prolongue la impresión del jardín y hasta urbanizando de un modo especial ciertas avenidas, de manera que desde bastante lejos se vislumbre la presencia del parque.

Los diversos centros (universitario, científico, social, administrativo, etc.) deben ir también acompañados de urbanizaciones especiales. El estado adelantado de la edificación en el plano Cerdá, no permita siempre llenar esta condición tan deseable.

Emplazamiento de edificios públicos.

En cierta medida, los emplazamientos de edificios públicos entran el mismo estudio de las plazas, pues su edificación constituye el mejor ornato. Pausanias escribía: "Una gran ciudad no es digna de este nombre si no tiene edificios públicos y grandes plazas." En efecto, unos y otras son los signos más evidentes de su hermosura y grandeza.

Por razón de interés artístico, hay que agrupar los elementos decorativos mejor que esparcirlos, y es preferible también agrupar los edificios y servicios públicos en cuanto sea posible. Esto equivale a aumentar la intensidad de los efectos.

Los edificios públicos, por ser la ornamentación de las calles, avenidas y plazas, deben estar colocados en buenas condiciones de visibilidad en relación con el sitio en que están levantados.

No es absolutamente necesario aislarlos completamente; aquellos cuyas fachadas están ampliamente descubiertas resultan costosos y aún a veces vale mas limitar el interés a uno o dos de sus lados solamente; pero un edificio de alguna importancia no debe estar nunca encerrado entre casas.

En un mismo lugar se pueden agrupar o combinar entre sí construcciones administrativas, tenencias, escuelas, salas de espectáculo, iglesias parroquiales, que son los principales edificios públicos que se pueden emplazar en un plano de Ensanche sin que debamos descender hasta señalar su grado de belleza para aumentar la nota artística.

De estos los mercados y las escuelas reclaman emplazamientos especiales cerca de jardines y espacios libres que no permiten siempre combinarlos con otros. Las tenencias de alcaldía deberán estar siempre situadas en una plaza pública y las iglesias parroquiales son las que pueden contribuir mejor que cualquier otro elemento al embellecimiento de avenidas o plazas.

La agrupación de estos edificios, que constituyen la única decoración de los barrios alejados del centro, decorativos que debe hacerse más intensa cuanto más se acercan a aquel.

El estudio, composición y situación de las plazas y de los monumentos, entra, sobretodo, en este orden de ideas. Cuanto más monumental es el aspecto de los edificios, mas espacio requieren para contemplarlos y una situación mas elevada sobre lo que les rodea; en el arreglo de las plazas, jardines, avenidas y calles de su alrededor, exige una armonía caracterizada por su importancia que puede llegar hasta crear servidumbres sobre lo que les circunda. Necesitan asimismo un acceso fácil, y estar colocados con preferencia cerca de grandes vías, estudiándolos de manera que puedan servir de puntos de vista mas o menos numeroso y más o menos grandiosos, según su importancia.

Siempre la plaza pública ha desempañado un gran papel en la vida de las ciudades, de lo cual es ocioso hablar aquí. Su importancia no ha disminuido; lejos de eso, en nuestra época es aún mayor.

Las hermosas y amplias plazas son centros de la multitud y factores de entusiasmo. A pesar de todos los adelantos modernos las muchedumbres sienten en ciertos momentos la necesidad de reunirse, manifestarse, fortificarse en la dignidad del pensamiento colectivo; y esto es una necesidad en nuestros días como lo fue en otros tiempos.

El problema artístico de las plazas y de los monumentos ha existido siempre. Los ejemplos antiguos son numerosos y variados, y nos enseñan una infinidad de soluciones particulares de cada época. El Ágora y el Foro en la antigüedad, la plaza comunal, la señorial, o la de la Catedral en la Edad Media son muy características. Las plazas son el mejor adorno de las ciudades tanto de las modernas como de las antiguas, según Stubben –son los salones de las ciudades, su estudio es, pues, de la más alta importancia—.

El carácter que ha de tener es uno de los elementos más poderoso para su estudio, pues una plaza de iglesia no puede componerse como la de una alcaldía o de un mercado. Si están bordeadas de casas de alquiler producen ordinariamente un efecto neutro y no son mas que espacios libres, un medio de higiene, deberíase, sin embargo, buscar el medio de hacerlas interesantes lo que podría lograr fácilmente los arquitectos, que son los primeros y mas poderosos colaboradores de la urbanización, estando ***, el edificar en estos emplazamientos de mas de todos los recursos del arte para adornarlas. Estas plazas están muy indicadas para la construcción de edificios especiales como son: Bazares, Bancos, grandes Almacenes, etc. Los cuales por su arquitectura característica, pueden ayudar también al embellecimiento.

Si en una plaza que ha sido concebida para recibir edificios públicos, importantes o no, estos se suprimen en el momento de su ejecución, pierde todo el significado y entonces resulta muchas veces inútil dejarla con las dimensiones proyectadas, porque se convierte en un simple espacio libre, y en este caso solo debe estudiársela bajo el punto de vista higiénico. Y en efecto, una plaza no debe tener solamente su carácter, sino que también ha de establecerse en relación con los edificios que la circundan; no basta trazarla, la obra no es completa si se la rodea de edificios inadecuados o desproporcionados.

La situación de las plazas en el plano, responde, sobretodo, al sistema de la composición general, así como sus dimensiones deben responder al centro en que se encuentran, a los edificios públicos que deben construirse en ellas y a los servicios a que están destinados.

Las grandes plazas deben combinarse con las grandes circulaciones; su situación completamente apartada no puede menos que quitarles toda animación, y más todavía si a esta situación se une el sistema cerrado que no entra ya en nuestra época ni responde a las necesidades de las muchedumbres. Como ejemplo típico podemos citar la Place de Vosges de París, y mas que todas la del Palais Royal, que aunque en pleno centro está completamente desierta a pesar de todas las tentativas hechas para reanimarla; y es de notar que en los últimos proyectos propuestos por diferentes arquitectos, entre otros M. Henard, ha tomado todos por base para darle de nuevo su valor y vida perdidas, una avenida que la atravesara.

La forma y el tipo de las plazas debe ser, muy variable, sobretodo en las grandes ciudades, con el fin ya indicado de evitar la repetición de efectos. Su creación, a parte del objetivo de saneamiento, obedece a fines distintos como el de desahogo del tráfico, recepción y distribución del tránsito en varias direcciones, emplazamientos para diversiones ó agrupamientos de muchedumbres, marcos de monumentos ó edificios públicos, lugares especiales para recibir plantaciones como los squares .

Como decía en la Memoria del Concurso, simplificando hasta el extremo, hay dos clases de plazas; las que se atraviesan, y aquellas a las que se va. Se atraviesan las de tránsito y se va a las de mercados, squares , tenencias, servios públicos, etc. Algunas grandes plazas de tránsito tratadas de una manera monumental, acaban por crear plazas mixtas porque pueden construirse en ellas edificios públicos.

Aquí se ha tomado la desagradable costumbre de decorar con el nombre de plaza, no solamente parcelas de terreno en las cuales se ha renunciado a construir y desprovistas de todo arreglo conveniente, sino hasta al espacio libre obligatorio pasar el cruce de dos avenidas. Esta denominación aplicada así es completamente impropia. La plaza de Tetuán, a pesar de su pequeño jardín central tan defectuoso, no es una plaza y la de Letamendi, aunque algo mejor combinada, no lo es tampoco.

Se pueden encontrar soluciones de plazas en la intersección de dos ó varas vías: esas son plazas de tráfico; pero como todas ellas, requieren disposiciones especiales buscadas para el efecto del conjunto del espacio así llamado, lo que las anteriormente citadas no poseen por no obedecer á ningún pensamiento estético.

La nomenclatura que puede hacerse de las plazas es la siguiente;

Plazas de tránsito, que corresponden a una necesidad de aumento de circulación, recibiendo y canalizando la afluencia de varias vías; en esta categoría entran los ronds-points y las grandes plazas en estrella. Estas, generalmente neutras, pueden estar dotadas algunas veces de edificios públicos, y cuando son importantes, tiene cierto carácter monumental.

Plazas arquitectónicas de servicios públicos o monumentales.

Plazas de ornamentación:

Plazas con jardines como los squares:

Esta nomenclatura es distinta de la que se puede hacer bajo el punto de vista práctico.

Las condiciones de las plazas son la visualidad y la proporción. El problema de visualidad se presenta hoy de una manera bien diferente de antes, puesto que como se indico ya en otros tiempos se procuraba cerrar completamente el espacio, mientras que por el contrario las necesidades actuales exigen amplias circulaciones, y obligan, por tanto, a abrir y cortar en contorno de las plazas (la de la Concordia de París, abierta sobre tres lados -el maximum- indica bien claro que es posible estudiarlas saliéndose de la antigua fórmula). Pero es necesario limitar y dar forma a las plazas, en las abiertas como la citada hay que indicar esa forma por medio de motivos monumentales y decorativos. Una plaza sin limitar sería un campo de maniobras, pues es siempre indispensable que tenga un marco.

Las dimensiones deben corresponder a la importancia de las calles que desembocan en ellas ó que las atraviesan, y al carácter de las construcciones que reciben, en particular al edificio principal ya que las plazas completamente rodeadas de edificios públicos son muy raras.

Las de gran carácter deben ser arquitectónicas y es necesario algunas veces imponer no una arquitectura general a cada uno de los edificios particulares, que las rodean sino una ponderación de masa para dar un aire monumental al conjunto; estas y las muy vastas han de obedecer a un trazado simple y regular que corresponda a su dimensión o conjunto y como quiera que en ciertas circunstancias tienen que servir para grandes aglomeraciones populares, importa considerarlas como inmensas salas descubiertas que es preciso adornar y amueblar dignamente.

Una ciudad no puede ser verdaderamente hermosa y digna sino tiene una gran plaza de este género, porque, es precisamente uno de los elementos urbanos que más se prestan a ser hermosos y ricamente decorados. Las menos importantes de los barrios populosos, pueden hacerse también altamente interesantes por medio de irregularidades pintorescas y lógicas.

Forzosamente debe existir una relación entre el largo, el ancho y la altura de los edificios, sobretodo en las plazas monumentales, en las que sin proporción no hay arte, (el trazado del plano de una plaza es insuficiente para darle este carácter). No hay ninguna ley que pueda determinar las relaciones d estas dimensiones, es cuestión de sentimiento artístico, de manera que no puede decirse a priori que en una gran plaza sean necesarias grandes construcciones, todo depende de la impresión que se quiera obtener, del efecto que se intenta producir.

Por grande que sea, una plaza, si está rodeada de construcciones muy altas, será difícil, aunque esté bien amueblada y distribuida, que de la impresión de sus propias dimensiones, rodeada de construcciones poco elevadas, parecerá demasiado extensa hasta tomar el aspecto, si es grande, de un campo d maniobras como he indicado anteriormente pero si las construcciones que las circundan son relativamente elevadas y tratadas con un carácter monumental, ganará en impresión de magnitud y grandiosidad. Para obtener el aspecto que se busca, el elemento más importante es la relación que resulta de la altura de los edificios comparada con las dimensiones de la plaza.

No es necesario dar a todas las plazas un efecto de amplitud; algunas, por el contrario, pueden ganar haciendo que parezcan más reducida, más íntimas, a como ciertas plazas de barrio, aunque esto sea algo raro y poco adecuado a nuestra época de grandes expansiones.

El guarnido de las plazas es también uno de los factores importantes de su estética, porque según el modo como esté dispuesto puede aumentar el interés artístico, o por el contrario, hacer perder todo aspecto de belleza a una plaza bien concebida.

Las plazas son los lugares mas apropiados para la erección de monumentos, fuentes decorativas, surtidores, plantaciones de césped o de flores, candelabros, jarrones decorativos, kioscos, etc., pueden recibir todos los elementos de amueblamiento de las calles tratados con mas riqueza y suntuosidad, y según los casos, importantes adornos de jardinería. Cada una de ellas es un nuevo caso de estudio y composición y, por tanto, es difícil fijar reglas a parte generalidades como las siguientes por ejemplo: si hay un edificio de marcado interés, el amueblamiento de la plaza debe darle importancia, sin que perjudique al efecto general, o armonizarla preferentemente con el mas importante, en el caso de que haya varios. En una palabra, todo lo que se puede decir, no son mas que generalidades muy conocidas, aunque también muy olvidadas en la realización.

Nada hay tan difícil como hacer artística, adornar y amueblar una plaza de grandes dimensiones, cuando no tiene un carácter bien definido ó determinado por un elemento especial (edificios públicos u otro) y está rodeada sólo de casas de alquiler, comercio o servicios particulares (la plaza de Cataluña por ejemplo). Para sacar partido de lo ya construido, en un caso, yo no veo mas que dos soluciones que se reducen ambas a atraer el interés, que es exterior y poco decorativo, al interior de la plaza.

La primera solución consiste en dotarla de plantaciones y arreglarla en forma de plaza con jardines, lo cual podría ser estudiado de manera distinta, según la situación mas ó menos céntrica que ocupe en el plano.

La segunda, de un efecto decorativo mas poderoso, consiste en amueblar su perímetro, a una distancia bastante grande de las casas, de elementos decorativos de gran interés, como por ejemplo, los que hay en la Plaza de la Concordia de París, o de representaciones arquitectónicas y monumentales, simbolizando la fuerza, del poder, la historia de la ciudad ó del comercio, la industria, etc.; fuentes interesantes bien dispuestas, balaustradas, plantaciones especiales, etc. Favorecerán el marco. Estos detalles pueden variar muchísimo, pero es necesario utilizarlos siempre con ánimo de llevar el interés artístico sobre la plaza misma, a fin de que la atención no sea atraída por lo que la limita, casas ó árboles, cuya única función es servir de fondo a su ornamentación.

Es de absoluta necesidad que el suelo de las plazas de cierta extensión esté subdividido por medio de burladeros mas ó menos importantes, a fin de permitir la circulación de peatones y encauzar la de carruajes, lo que además puede, algunas veces ayudar a la nivelación de las plazas en casos difíciles, estos burladeros ó divisiones forman parte del estudio decorativo, y por lo tanto pueden dar lugar a disposiciones artísticas ó interesantes, sobre todo los que están llamador a servir de borde a elementos decorativos como monumentos, candelabros, surtidores etc.

Las plazas con jardines ó squares son en extremo interesantes, bajo todos los puntos de vista, en el interior de las poblaciones. Su ornamentación y disposición se ajusta a la condición de los barrios en que se encuentran pero generalmente sus reducidas dimensiones impiden toda la circulación de tránsito rodado en su interior. Edimburgo, Londres y las modernas ciudades alemanas han sacado gran partido de las plazas con arbolado; la configuración de los paseos y la clase plantaciones constituyen la base de su ornamentación. Según su situación, las balaustradas, estatuas ó monumentos pueden adornarlas.

Los squares no deben ser las únicas plazas con jardines; antes el contrario pues en toda urbanización moderna se buscan motivos para poder emplear zonas de césped, de flores ó de arbustos para hacerlas agradables. Así se han transformado en Alemania ciertas plazas antiguas.

En las plazas con jardines la composición es muy variable: la jardinería debe armonizarse con los edificios. Las superficies cespeadas pueden dominar; la disposición de los árboles debe ser muy circunspecta y estudiada a fin de no quitar la condición esencial de la visualidad.

En las plazas mercado, la ornamentación debe componerse de fuentes y plantaciones de árboles. Los mercados cubiertos, que se adoptan cada día más en nuestras ciudades del medio día, deben tener a su alrededor un espacio libre exterior, pues es inconcebible que se continúe la costumbre tan generalizada, antihigiénica en primer lugar y luego antiestética, que consiste en aprovechar los raros espacios libres y las plazas, para convertirlos en mercados cubiertos, si soy partidario de ellos, no es en la forma que se practica hoy día ni en la manera que se les dispone. Es preferible emplear el antiguo mercado sin cubrir, que con los paraguas dan un color tan pintoresco, a suprimir los espacios libres, y sin embargo se inauguran tales mercados como si se tratara de llevar a cabo un gran progreso.

La nivelación del suelo de las plazas es un elemento estético de los mas importantes, en general, el centro de las plazas debe estar siempre a un nivel inferior al de los bordes, caven en este punto algunas excepciones, por ejemplo cuando en este centro hay un movimiento de importancia que atrae todo el interés, pero eso no es posible sino es plazas de pequeñas dimensiones, y en las situadas en el vértice de pendientes donde el interés se presenta en el punto culminante. Esto entra en la cuestión general de nivelación con el mismo objeto que en las calles.

Monumentos.

Los monumentos constituyen con las plazas la mejor decoración urbana. Hoy en día, el prurito de elevar muchos, colocándolos en cualquier espacio disponible, sea el que sea, nada respeta. Esto prueba, sin duda alguna, vitalidad, un laudable culto a los hombres célebres que fueron, y además el triunfo de las ideas, patentizando una elevación de espíritu digna de las grandes civilizaciones. Son necesarios los monumentos como son necesarias las plazas. En un sentido abstracto las unas son foco de salubridad donde el aire va a renovarse; los otros son, o deberían ser, focos de higiene cívica, manantiales de valor y ejemplos de energía. Pero la indiferencia que producen los monumentos en las ciudades, aún entre los intelectuales, proviene indudablemente del mal emplazamiento que se les da, el cual no tiene por lo regular significación estética ni histórica, y de la dispersión de estos emplazamientos.

La edificación de un monumento a un grande hombre, por ejemplo, no debe solamente tener por objeto su glorificación y la de su obra, sino que su recuerdo debe incitarnos a nuestra mejora individual y colectiva, porque el mejor medio de honrar a los grandes hombres es seguir su ejemplo o hacer en relación con nuestro tiempo lo que ellos hicieron en el suyo y es un verdadero deber para los municipios no hacer nada sin intención de mejoramiento cívico, educación social o artística; tal es el objetivo y la misión mas importante de la administración de la ciudad.

Habría que transportarse mentalmente a la Belleza de la antigüedad clásica para tener una idea de la importancia del emplazamiento de los monumentos. No es cuestión de agrupar en nuestras ciudades modernas conjuntos en forma de suntuosos foros; ni las necesidades actuales lo exigen, ni tenemos tampoco medios para ello aunque la importancia civilizadora no haya disminuido; pero es preciso, ahora como antes, formar ciudadanos capaces de comprender y levantar las virtudes cívicas, capaces de glorificarla por su abnegación, su sacrificio y sus obras. Y los monumentos son los que han de aleccionarles.

Se los puede dividir en tres grupos, a saber: simbólicos, conmemorativos o puramente artísticos, y estos últimos pueden comprender también las fuentes públicas tratadas des de cierto punto de vista (artísticas claro es que deben serlo todas).

A cada grupo corresponden caracteres diferentes y emplazamientos y agrupaciones especiales; las agrupaciones mixtas tiene pocas probabilidades de dar buenos resultados, pues los caracteres de sus elementos son distintos.

A parte algunas excepciones, como son las avenidas o las calles cuando su disposición se presta a ello, los emplazamientos indicados son generalmente las plazas y los jardines.

Los monumentos simbólicos o conmemorativos de gran carácter, con ideas de conjunto, son los únicos que pueden ocupar los centros de plazas arquitectónicas de cierta importancia. Es evidente que un monumento a la Paz o a la Libertad, por ejemplo, debe producir un summum de expresión que no puede encontrarse mas que en un centro, o cuando menos, en un eje importante de composición, y un centro, por mas que sea el de una plazoleta, no es nunca el lugar de un monumento secundario. Cuando los monumentos sean de un simbolismo menos elevado, como el comercio, a la industria, etc. Podrán agruparse alrededor de plazas especiales siendo preferible agrupar sobretodo aquellos que se refieran a la historia del país.

Los monumentos y los exedros de la Sieges-Allée en el Thiergarten de Berlín, conmemoran toda la fundación del Imperio Alemán. Es un ejemplo que se debe imitar, a pesar de que opino que hubiera sido preferible que esos monumentos estuviesen adosados a edificios públicos y no a fondos de verdura que les quitan mucho de su carácter, porque esos fondos son más convenientes para las figuras especiales de la historia, o para poetas, literatos, artistas, pues el follaje y las flores les da un cierto sello de sentimentalismo.

Los monumentos puramente artísticos o que no tengan mas objeto que producir una impresión estética, exigen un emplazamiento mas cuidadosamente escogido.

Su colocación no puede ser indiferente, pues el fondo es el complemento que debe hacer resaltar la belleza de la obra. La manera como están colocados los vasos decorativos, los grupos escultóricos de Versalles, por ejemplo, aumentan diez veces su valor.

Si insisto en la cuestión de los emplazamientos, es porque me ha sorprendido la manera ilógica cómo se han colocado los monumentos, aun en ciudades que pasan por altipreciadoras del valor de las obras de arte. Una fuente o un grupo indiferentes, que no parece bien ni mal, puede adquirir en ciertas ocasiones un valor inesperado por un cambio de medio ambiente, que aun siendo insignificante podría darles muchas veces otra expresión y contribuir verdaderamente al embellecimiento de la ciudad.

Los monumentos son los adornos naturales de los jardines, squares y plazuelas. De su situación en el medio en que se hallan y de lo que les rodea depende su interés, si son únicos en un cierto espacio, una colocación pintoresca les convendrá mejor; si son numerosos resulta necesario componerlos según una disposición de conjunto mas que de detalle.

Ejemplos frecuentes de monumentos que sirven para limitar plazas abiertas, se encuentran por toda Italia, donde abundan las plazas unidas o juntas (Florencia, Venecia, etc.).

En general, los monumentos deben estar situados a los lados de las calles o avenidas y de las plazas, pero no deben privar la vista de los edificios arquitectónicos interesantes a menos que utilicen a una composición especial con este objeto. Esta situación con respecto a los grandes edificios, debe de observarse también con las grandes perspectivas naturales. Así las estatuas de mármol blanco o de piedra es posible que se destaquen sobre un fondo próximo, mientras que las de bronce o de mármol oscuro pueden estéticamente destacarse mejor sobre el cielo o sobre un fondo lejano.

El emplazamiento de las estatuas de Güell y Clavé en la Rambla de Cataluña, es absolutamente deplorable, pues allí no están en carácter, pierden su interés, acortan, obturan y dividen, cada una de ellas, la Rambla, modificando la proporción de esta avenida, obstruyendo el tránsito pedestre y ocultan a la vista el fondo admirable de las montañas. En general, el monumento en el eje de una calle es un contrasentido.

Se debe poder gozar de una distancia suficiente para la vista de un monumento, y cuando se trata de un conjunto, es necesario determinar a priori si el interés se basa absolutamente en el efecto que deben producir una vez agrupados, o en la necesidad que pueda haber en obligar al espectador a pararse delante de cada uno de ellos y no verlos mas uno tras otro, cosas ambas que pueden realizarse combinándose convenientemente la colocación de los monumentos.

M. Maertens ha hecho observaciones y ha formulado algunas reglas que indican el campo necesario para la buena visualidad de un monumento, con el fin de que su visión interese al transeúnte.

Como los edificios públicos, los monumentos deben estar colocados en una situación algo elevada con relación al espectador. Eso aumenta el interés de la nivelación de las plazas. Una conjunción de calles o avenidas que terminen en una plaza formando rond-point, es el punto de vista que ha dado en todas partes mejor resultado para la erección de monumentos en su centro. En las calles deben estar a uno de los lados de circulación, el emplazamiento en el eje ofrece casi siempre ejemplos defectuosos; sin embargo, alguna vez se han ensanchado las calles con objeto de poder colocar el monumento en el centro. Este emplazamiento no puede ser bueno sino cuando se ha estudiado muy especialmente la silueta del monumento y se ha hecho de manera que no perjudique el efecto arquitectónico o natural.

Los monumentos no deben estorbar la circulación de los peatones ni mucho menos la de los carruajes, así es que no pueden colocarse mas que en puntos de poca circulación. Esto produce algunas veces soluciones pintorescas que les son muy favorables y así colocados conservan su magnitud relativa y aún ganan en ella.

La agrupación de esas obras corresponde a la concentración de efectos decorativos.

Pocas palabras diré referente a las estatuas que decoran los edificios públicos. Se las coloca a menudo en alturas a las cuales la vista no puede distinguirlas y mucho menos apreciarlas; eso solo es permitido cuando están destinadas a ser objeto de decoración mas o menos rica en las fachadas. Pero ¿es tal su papel cuando la estatua y sus atributos representan los hechos de un hombre ilustre? Las razones apuntaban anteriormente nos permiten decir que estarían mejor situadas en el suelo o cerca de él.

Con todas las riquezas de escultura que se acumulan en los museos y no aprovechan mas que a algunos intelectuales o que mal situadas dejan indiferentes a los visitantes, se podrían crear ciudades de arte magníficas.

Plantaciones.

Las plantaciones, en general, son de un alto interés artístico en el interior de las ciudades, y hoy mas que nunca preocupan a los arquitectos los efectos que pueden obtener hasta en la calle, con los árboles, las flores y céspedes. Son un gran elemento de vida, regocijo y alegría al propio tiempo que su adorno. Son, por decirlo así, la alegría de las ciudades.

El interés higiénico de las plantaciones está sobradamente demostrado. En el primer cuaderno
–"Atmosphere et Climats"- del Tratado de higiene de Brouardel se dice; que la habitación debería estar rodeada de plantas y árboles. Este ideal que se busca en las colonias obreras y las ciudades-jardines, puede realizarse también en las extensiones de las grandes ciudades, y sobre todo, desarrollarse en los planos de ensanche y agregación, sirviendo de norma a la urbanización de ciertos barrios.

La idea de la casa familiar o individual se extiende cada vez mas y lleva siempre consigo la de un jardín, por pequeño que sea. En los barrios compuestos de chalets ya es casi inútil hablar de ello, porque los jardines ocupan naturalmente la mayor superficie y caracterizan el género de urbanización que podría denominarse "enjardines". El esfuerzo debe hacerse para la introducción de tan hermoso elemento en los barrios mas pobres, y sobre todo en los mas populosos, sean centrales o de obreros, donde en cierta medida los jardines y las plantaciones de las calles deben completar lo que falta al tipo de la habitación.

Plantaciones alineadas: La costumbre de alinear los árboles a ambos lados de la calle es a menudo un estorbo y de toda inutilidad, (en el capítulo de la orientación hablaré mas especialmente de ello), sólo debería hacerse en calles de suficiente importancia. En las calles medianamente anchas, colocándolos a un solo lado permite obtener una acera bastante amplia que puede servir de paseo, porque la opuesta, con este sistema recibe una afluencia menor y puede ser mas estrecha. También es utilizable este sistema en ciertas calles anchas; las que conocemos tratadas de este modo, demuestran que a parte su comodidad hay también un real interés artístico obtenido por el contraste de ambos lados de la calle, conviniendo perfectamente a la sinuosas y contribuyendo asimismo a mejorar el aspecto de los barrios, en oposición con las avenidas y las calles muy anchas que pueden ser plantadas en sus dos lados.

No se puede poner doble hilera de árboles en las calles con jardines delante de las casas, sino cuando la anchura de la calle sea mayor de 17 metros, y aun esto es un minimum un poco forzado.

(7,50 + 4,75 + 4,75 = 17), 7,50 m. De ancho en la calzada para el paso simultáneo de tres carruajes, 4,75 m. Ancho de la acera de corpulencia a la plantación de un árbol de corpulencia media para alinearlo de manera que su eje está colocado a 0,75 m. Del borde de la acera; se pueden colocar árboles especiales aceras menores, 4 m. Por ejemplo, pero estos tan solo en casos especiales.

Los árboles plantados en doble fila no se desarrollan bien sino en calles de 20 m. De ancho y mejor aún de 22 m.

También debería variarse mas a menudo la manera de alinear los árboles, e interrumpirlos en el caso de que puedan ocultar un edificio interesante, podrían producir felices efectos. Las alineaciones dobles se prestan menos que las de una sola fila a combinaciones curvas de reducidas dimensiones. La cuestión más ardua en las plantaciones urbanas es la de las alineadas o a cordel, a causa de la repetición de los efectos que son su consecuencia; sobre este punto, pues, deben tender todos los esfuerzos de la variedad, en las disposiciones en calles o avenidas, variedad de árboles y si es necesario, variedad de corpulencia.

En Alemania la urbanización moderna a adoptado ciertas disposiciones para alinear los árboles en las avenidas que producen efectos muy ricos y muy felices; entre otros, el ejemplo de árboles relativamente espaciados, enlazados entre si por guirnaldas de plantas trepadoras, fajas de césped o flores. No puede imaginarse cuanto enriquece esta disposición el efecto de estas avenidas.

Todas las disposiciones adoptadas, generales o particulares, deben combinarse con el sistema general del plano, pues no hay duda que ciertas disposiciones solo pueden convenir a ciertas calles o a ciertas avenidas de tal o cual barrio. En el plano del ensanche actual presenta dificultades insuperables hacer otra cosa que las alineaciones existentes.

En los paseos especiales como en los barrios de chalets, y en los paseos rurales o vías de montaña, las plantaciones de una misma alineación pueden variarse según disposición alterna, en la cual el motivo de 2, 3, 4, o 5 árboles se reproduce continuamente. Un ejemplo de esa disposición digno de citarse se encuentra en la Vía dei Colli de Florencia, y en la Cote d´Azur se encuentra muy frecuentemente esta disposición alterna de palmeras con grandes árboles de follaje frondoso.

En los paseos marítimos, en ciertos jardines dispuestos especialmente y en las avenidas, esta disposición presenta mucho interés, pero convendrá poco en las alineaciones de calles comerciales o en calles estrechas.

La clase de árboles que se plantan debe ser apropiada al carácter de la vía, a su ancho, a la altura de las casas y al objeto de la plantación. Los árboles frondosos o elevados pueden cual si fuesen paredes, limitar, rectificar, crear formas, y sobretodo, cambiar totalmente la proporción de las avenidas. Especialmente en las de doble hilera de árboles en cada alineación, la plantación tiene por objeto formar bóveda de follaje (como la calle de Cortés y el Paseo de Gracia). En las avenidas de este género que no alcanzan la dimensión de las dos citadas, se debería cuando hay una vista interesante, como la natural de las montañas, plantar las dos líneas contiguas de árboles de diferente altura con el fin de que se vea mejor el horizonte.

En las avenidas estrechas que conducen a los cementerios están muy indicados los cipreses por lo característico de su ornamentación.

Avenidas-jardines. Sistemas de parques.

A parte las avenidas plantadas en filas ordinarias de que he hablado, y en dobles, a cuádruples y mas filas, como puede suceder cuando son muy anchas, conviene emplear con el fin interesante de diferenciación o individualización, avenidas de otros sistemas. Cierto que el primero de estos domina forzosamente en la totalidad de las poblaciones precisamente por esto mismo se ponen mas en relieve los otros que deben ser juiciosamente empleados.

La jardinería ha venido a ser un elemento tan precioso, que hoy, tanto en los planas de ensanche como en las transformaciones de las partes antiguas no se prescinde nunca de él, ni aún en las calles y avenidas.

Los municipios se preocupan cada vez mas, como dice Forestier en su opúsculo sobre "Sistemas de Parques", de disponer jardines entre las vías de comunicación y distribuir en muchos puntos de las poblaciones la nota sosegada de las plantas.

El empleo de las plantaciones que tan magnífico efecto producen aún siendo estas alineadas, se presta a una gran variedad cuando la avenida tiene cierta anchura para permitir una distribución menos regular de los árboles. Entonces pueden plantarse en estas avenidas grupos de árboles y arbustos equilibrados, regular o irregularmente espaciados, emplear sistemas alternos y aún otros mas libres; hasta el llamado de puñado de arena, puede dar buenos resultados, sobre todo en las avenidas que terminan en los parques o donde la situación lo permita, como los taludes de la parte de la Ronda al pie de la Montaña Pelada, y los de la Travessera de Dalt. Sobre estos taludes podrían ponerse no solamente céspedes y plantas floridas, sino cubrirlos de arbustos y árboles especialmente, en la continuación hacia la derecha de la Travessera de Dalt.

En la avenida que continuando la calle de Las Cortes conduce al Parque, se podrían emplear sistemas mas libres como se ha hecho en la Avenida del Bois de Boulogne de París, creciendo el borde del lado del paseo por grupos de canastillas floridas. No cito mas que de estas dos avenidas, pero otras muchas podrían tratarle de una manera análoga y más libremente.

No obstante se puede generalizar este sistema a todas las avenidas-jardines, pues es preciso distinguir la conveniencia de cada caso; si unas permiten libertad, otras por el contrario, reclaman mayor regulaciones, más estudio y más riqueza o tiempo, por ejemplo, el ensanche de la Meridiana y el Paseo oblicuo de la izquierda de 90 m. de ancho.

Las avenidas-jardines denominadas también avenidas-paseos, tal vez por aspecto artístico únicamente, han venido a ser una parte esencial del atractivo de las ciudades modernas; tal sucede con la Avenida del Bosque en París, el Ring de Colonia, el Paseo de Circunvalación de Leipzig, el Jardín dispuesto sobre las antiguas fortificaciones de Francfort, etc. Y las nuevas creaciones norte-americanas que dejan muy atrás en sus proyectos, algunas veces desmesurados, lo que hacemos en Europa. (En Filadelfia se construye en un terreno muy caro un Boulevard de 180 m. de ancho cuyo coste no bajará de 100 millones de francos). Los planos de ensanche llevados a cabo en algunas capitales muestran el empeño que hay en emplear la jardinería, pero lo que antes era un caso aislado se ha convertido hoy en sistema.

El arquitecto norteamericano F. Lair Olmsted hizo para la ciudad de Búfalo, (Estados unidos) la primera composición de conjunto de Parques y vías plantadas sin solución de continuidad, enlazando las diversas partes de aquella ciudad yankée. Este ejemplo ha formado escuela; las ciudades norteamericanas hacen sacrificios extraordinarios para adoptar semejante sistema como gran valor artístico no se puede negar abriendo al mismo tiempo grandes espacios que les cuestan enormes sumas por los derribos que hay que hacer sitios muy populosos y por consiguiente, de conficación muy densa.

En Chicago se ha votado un presupuesto de mas de ciento cincuenta millones para sus nuevos parques; Boston ha gastado ya en ellos hasta la fecha mas de cincuenta millones. Viena ha estudiado nuevos planos bajo la iniciativa del Bourgmestre Dr. Karl Lueger con el fin de crear un sistema análogo que no costará menos de 50 millones una vez realizado. Y en Berlín, en las conferencias dadas sobre el ensanche de la población, se expresa la idea de que la superficie de parques y bosques exentos de edificaciones, sea a lo menos tres veces mayor que la parte edificada, sin contar en las agrupaciones los espacios libres necesarios como plazas y squares.

Por lo que se ve todos se han dado cuenta, como decía anteriormente, de que la composición general, aunque el paseante se aperciba de ello difícilmente, era una cuestión de arte, y en su virtud, el conjunto de emplazamientos de parques y su enlace no debe considerarse como una serie de detalles sino que había de formar una composición artística.

El interés moderno está, pues, en disponer, a parte las pequeñas plazas plantadas y los squares, una serie continua de plantaciones concebida con amplitud, entre los diferentes principales de vegetación.

Alrededor de los edificios públicos, de los monumentos y fuentes enclavadas en las plazas, las plantaciones se generalizan y son del mejor efecto, pero en los casos que acabo de citar son muy especiales, no hay en una misma ciudad dos análogos; como los elementos no son mas que el acompañamiento de partes más importantes y su papel es el de ayudar a darlas relieve, por ricas que sean las combinaciones de plantaciones que se puedan hacer, debe quedar subordinadas y servir solo de marco.

Las plantaciones, céspedes, flores o arbustos, pueden ayudar también mucho a la nivelación de las plazas difíciles como pueden servir para dibujarlas y limitarlas, pero a menos de un interés especialmente marcado, no hay que utilizarlas para reducir los efectos de la visualidad.

En los centros de plazas no se pueden encontrar mas que obras de jardinería de poca altura, mientras que a su alrededor pueden alcanzar cierta talla; cuando no oculten nada interesante, las obras de plantación, deben quedar siempre sujetas, como los edificios públicos y monumentos, al estilo de la parte dominante. Pues tales plantaciones repito deben servir para encuadrar esos edificios y monumentos. También pueden servir para ponerlos en buenas condiciones de visualidad ya sea dándoles mas valor, ya creando puntos de vista especiales desde los cuales los monumentos o edificios se presenten con una mejor visualidad.

Los parques en el interior de las ciudades se dividen en dos grandes clases: Parques y Jardines en el interior de las aglomeraciones; y Parques y Bosques al exterior de estas aglomeraciones, división que puede comprender los Parques y Bosques sub-urbanos.

Entre los diversos géneros de jardines, vivimos hay día con justa razón en el sistema inglés, paisajista o natural; pero la combinación con ciertos puntos o barrios, o su posición cerca de conjuntos arquitectónicos monumentales, nos lleva algunas veces al estilo regular y hasta cierto punto geométrico que acompaña muy bien las composiciones monumentales.

En los jardines, como en todo, estimo que no es necesario atenerse a una idea única y que es preciso elegir siempre lo que se adapte mejor al estilo, lo mas apropiado. En los jardines de las poblaciones hay como una especie de gradación que debe establecerse (salvo casos excepcionales) partiendo del centro, donde los edificios son mas importantes y arquitectónicos, hasta la periferia donde los barrios son menos y generalmente urbanizados con menos lujo.

En un solo parque (como el Thiergarten de Berlín) que empieza cerca del centro de la ciudad y se extiende hacia la periferia se pueden apreciar estas diferencias.

Los jardines que se encuentran en medio de partes aglomeradas pueden dividirse en: Plazas plantadas y squares, o jardines de barrio, y en Parques. Se añade generalmente a esta nomenclatura, las explanadas de juego y los jardines para niños, pero a mi entender, estas deben confundirse todo lo posible con los parques y jardines o estar enclavados en su recinto.

Las plazas plantadas o squares y jardines de barrio de pequeña superficie, no hay ningún interés en asimilarlas en su composición general, y en su ornamentación, a los parques, París, Edimburgo, Londres; y generalmente todas las capitales inglesas nos ofrecen verdaderos modelos; mas los squares ingleses, en general, no son públicos; el goce de ellos está reservado solo a los que tienen vistas sobre el jardín, y esto es lo que en Edimburgo motiva la disposición y profusión de estos jardines. La composición de los de París es para nosotros más típica y mejor, puesto que están abiertos a todo el mundo y son para todos.

El sistema de vías de paseo debe ser simple, geométrico o ligeramente sinuoso y no tender en un espacio limitado a un sistema paisajista.

Los espacios de juego para los niños dentro esos jardines deben ser importantes, sobre todo si hay escuelas próximas; cada uno ha de contener igualmente un espacio particular para las fiestas del barrio, sombra abundante, bancos numerosos, etc. No se puede dar ninguna indicación respecto a superficie, pero si puede decir que los más pequeños de estos espacios públicos plantados no deben tener menos de una hectárea; generalmente no tienen que ser atravesados por vías de comunicación.

A pesar de que se haya como preestablecido un tipo de composición para estas clases de jardines, estimo que convendría diferenciarlos adecuadamente según la superficie y el emplazamiento.

El estudio del Square Central cerca de la Plaza de las Glorias, por su disposición geométrica, combinación de parterres, balaustradas, plantas verdes, canastillas de flores, palmeras, mosaicos, adornos, disposiciones ordenadas, etc. Aunque dé por resultado un squares muy especial, entra de lleno en la idea que acabo de expresar.

Parques.-------soy completamente contrario a la idea de algunos autores de poner los jardines en situación apartada de la vía pública. Los parques interiores, que son los mas útiles, no requieren solamente fácil acceso, sino que deben invitar o atraer a los paseantes y transeúntes para su reposo o satisfacción.

Su sitio está indicado en el borde de las grandes vías o en medio, siendo atravesados por ellas, con partes más retiradas donde se goce de una completa calma. Como decía en el Concurso, soy, además, enemigo declarado de la idea de cerrar los parques, porque se ha notado que la gran vigilancia era menos eficaz que el cuidado metódico y continua; así en todas partes toma cada vez mas incremento la costumbre de no rodearlos de esas grandes verjas tan costosas como los mismos jardines, sino separar el espacio permitido al público del prohibido, por cercas relativamente bajas, muy sencillas, formadas por montantes enlazadas entre si por medio de alambres.

Wutt, en su libro sobre la Exposición de las Ciudades Alemanas celebrada en Dresde, considera además este sistema de jardines no cerrados como un medio de cultura popular.

La superficie de estos parques en el interior de las poblaciones es muy variable; los hay hasta de 5 hectáreas, pero el Thiergarten de Berlín tiene mas de 290 hectáreas.

Su composición, aunque dentro de un estilo único, debe variar según los barrios donde se encuentren y el público que está llamado a frecuentarlos.

Para un público elegante, el Sefton Park de Liverpool obra de E. Andrée) hecho al estilo francés de los jardines modernos, es un verdadero modelo. Formas envolventes, paseo para carruajes, pelouses, juegos de agua, plantaciones de primera calidad, emplazamientos para las fiestas o reuniones elegantes, mosaicos de flores, todo puede caracterizarlas; a un tipo análogo obedece el estudio del Parque situado a la intersección de la Diagonal y del Paseo de Sarriá entre las Corts y San. Gervasio.

Los parques especiales de los barrios obreros deben ser menos ricos, pero ser frondosos, agradables y cuidados. Su emplazamiento es preferible que esté barrios industriales y barrios de habitación o que estén atravesados por vías de comunicación entre estas dos clases de barrios.

El carácter de estos últimos parques debe ser ciertamente de una gran simplicidad, pero alejándose de todo trazado rígido. Hay que encontrar en mas caminos o vías de circulación directa; todos los paseos principales han de abrirse sobre estas vías y ser fácilmente accesibles, presentando perspectivas agradables y visibles desde las vías de circulación directas. Aparte el arbolado, la ornamentación debe ser simple; algunas fuentes, un estanque, un quiosco para la música y un sitio conveniente reservado para reuniones numerosas. Además, vastos espacios destinados al juego para la reunión de niños de varias escuelas, una pequeña pista con gimnasio al aire libre, así como emplazamientos que pueden servir de reunión y juego para las personas mayores, convenientemente abrigados y rodeados de árboles altos y frondosos.

Una innovación interesante podría ser la de colocar etiquetas indicando el nombre científico y vulgar de los árboles y de las plantas sin descender al sistema detallado de la escuela botánica; además, como uno de los principios de estos jardines es tener grandes masas de árboles idénticos, sería suficiente ponerles estas indicaciones en un solo árbol o planta entre todos los de su especie.

Es necesario que en cada uno de estos parques interiores haya no solamente emplazamientos bastante grandes para fiestas y reuniones muy numerosas, sino también otros reservados y especiales para los juegos; pista de bicicletas, gimnasio al aire libre, croquet, tennis, foot-ball, pelota y bolos según los casos.

No he hablado todavía de los jardines de las escuelas, porque estimando que éstas deben construirse cerca de los jardines públicos o dentro de ellos, aquellos serian partes o emplazamientos reservados de estos últimos, rodeados por verjas muy claras para no limitar la visualidad añadiendo a ese espacio o pelouse de recreo, pequeños jardines de cultivo para los niños y otro botánico especial accesible también al público.

Las plazoletas destinadas a juegos de los niños de las escuelas que estén lejos de jardines públicos, con unos que sean exteriores los colegios y compuestos de una manera muy sencilla, sembrados de césped y rodeadas de grandes árboles.

Bosques y grandes parques.

Los grandes bosques y parques tienen generalmente indicado su sitio en los linderos del término municipal y en los alrededores de las poblaciones; pueden ser muy diferentes según la topografía y la situación que se adopte.

Un parque de montaña no puede estudiarse como otro en terreno llano, ni corresponder al mismo fin, ni recibir la misma orientación. Mientras que en un terreno llano habrá que estrechar el marco de los cuadros y acentuar la impresión cerrada, en un terreno de montaña se deberá acentuar por el contrario la impresión abierta hasta el punto de cortar árboles si es preciso para obtener una mejor vista de los alrededores. Un parque en terreno llano es muy a propósito para instalar esos elementos de diversión que caracterizan, por ejemplo, el Bois de Boulogne, como el Velódromo, el Hipódromo, etc. También podrá contener espacios para la reunión de las muchedumbres interese convocar. Así, pues, un Parque Sports puede emplearse en un terreno llano o relativamente llano, nunca en terreno montañoso. Un parque de montaña se caracterizará mas por paseos de familia que por la reunión de las masas. Me atreveré a decir que lo que más diferencia tal vez los parques de montaña es el ser más naturales que los llanos.

Los parques situados en terrenos de gran pendiente deben proporcionar grandes efectos de vista, lo que obliga a disponer en mas paseos o vías en forma de terraza y otros que atravesando partes frondosas dejen ver el horizonte como por sorpresa, resultan en extremo interesantes. Re , en efecto, muchos golpes de vista imprevistos y procurar que no se presientan los efectos desde demasiado lejos, desde gran distancia; en una palabra es muy conveniente al efecto estético de las plantaciones que presenten contrastes y produzcan sorpresas.

En los Grandes parques o bosques se deben disponer como en los parques interiores, espacios para las fiestas de distrito, vastos emplazamientos para grandes fiestas populares.

Los parques no deben limitarse estrictamente en su perímetro sino extenderse, desbordarse por avenidas o vías especialmente estudiadas para que los hagan presentir desde cierta distancia atrayendo hacia ellos. Conviene combinar con esmero el sistema de circulación con el de parques a fin de animar la ciudad y evitar esos jardines cerrados de aspecto frío y monótono, tan tristes, que el público acaba por ......completamente.

Es necesario dar la vida a los jardines, por eso las avenidas-jardines, los paseos-boulevares, o los rings modernos que no son mas que jardines rodeados de circulación y que tan importante papel desempeñan en la composición de los parques de las capitales, tienen como fin principal obligar, atraer la muchedumbre y canalizarla hacia los grandes espacios plantados.

He descrito muy someramente, como lo anterior, la aplicación del arte para dar carácter a los parques. Precisaría un gran volumen para desarrollar las ideas sobre tan importante asunto, porque hay que atender no solamente a su espíritu general, sino a una combinación de detalles imposibles de expresar en los limites estrechos de una memoria.

D´Argenville establece como principio: que es necesario hacer que cada jardín parezca mayor de lo que es en realidad: y en efecto, es un hecho comprobado en los jardines conocidos, que esta impresión de vasta extensión es de capital interés. Hay que ingeniarse así mismo para no dejar precisar demasiado los límites, utilizando innumerables recursos para ello como las nivelaciones de las pelouses en forma cóncava, la combinación de vías, senderos, caminos, avenidas, paseos, las agrupaciones de árboles, el color, el contraste, todo, en una palabra lo que este fin produciendo las vistas preparadas. La forma de tratar los términos mas cercanos es de capital importancia.

La riqueza de colores, la armonía del conjunto, la unidad de composición, lo imprevisto, el contraste, el estilo, los cuadros pastoriles, alegres, silvestres, etc. Los puntos de vista y su combinación, son elementos que exigirán numerosas páginas de explicación para cada uno de ellos.

Los elementos para la decoración de los jardines, a parte las plantaciones, son variadísimos: parterres, balaustradas, vasos, fuentes monumentales o no, surtidores y estanques, grupos escultóricos, edificios pintorescos como la lechería del Trianon, fuentes, kioscos, invernaderos, cascadas, glorietas, verjas, etc. Todo puede adoptarse con la condición de ser tratado dentro del estilo y del carácter.

Cementerios.

La concepción moderna de los cementerios permite comprenderlos en el sistema de parques urbanos con la denominación de Parques Funerarios.

Es muy justo y muy loable, que se adorne con plantas, flores y árboles la mansión de los muertos sin quitar por esto a tales lugares su carácter y solemne que debe constituir el fondo de su estética, no cual ciertos cementerios modernos harto frívolos que presentan un trazado aplicable mas a los jardines de recreo.

En Inglaterra los cementerios son verdaderos jardines públicos. En la América del Norte, dice
E. Andrée, en Nueva York, Baltimore, Filadelfia, etc. Son vastos parques magníficamente dibujados, necrópolis atractivas en las cuales la idea de la muerte está dulcemente velada por las sombras, los céspedes y las flores. La población los visita como paseo favorito. Esta idea es muy laudable, y sin querer ofender las particulares y muy respetables que se puedan tener en diferente sentido, creo que debería aclimatarse aquí esta tendencia, tanto mas, cuanto lo que se ha hecho en el Cementerio del Sur Oeste ya parece encaminarse a ese fin. No hay nada tan lúgubre y deprimente como un cementerio español, pero entre la tristeza de estos y los parques de recreo de algunos de otras naciones, hay un termino medio para idear composiciones de estilo noble que honrando a los muertos eleve y fortifique a los vivos.

Guarnido de calles, avenidas y plazas.

El mueblaje de las calles se compone de plantaciones, árboles, parterres, flores, césped, taludes, cercas verticales y horizontales protectoras de los árboles, mojones, cadenas, balaustradas, verjas; candelabros y faroles ordinarios para la iluminación, y candelabros más importantes que pueden combinarse con burladeros, bancos adosados o rodeados de canastillas de flores; bancos, fuentes, fuentecillas y estanques, fuentes Wallace, etc. Kioscos de todas clases, de tranvías, de libros, de estampas, de periódicos, de refrescos; de localidades de teatros etc. urinarios y Water-closets (que se tiende cada vez mas en las poblaciones importantes a colocarlos en el subsuelo), escalinatas que pueden adornarse con canastillas de flores como la calle Grignan de Marsella, cercas y verjas sus casas con jardines delante, para los cuales son preciso algunas limitaciones como para las muestras y escaparates de las tiendas, columnas indicadoras, columnas de fijación de carteles y de reclamo, relojes en la vía pública, anuncios luminosos, paradas de carruajes, entradas y verjas de jardines públicos, guardados en las calles, avenidas o plazas, espacios y kioscos para conciertos públicos, pórticos, postes telegráficos, postes para suspensión de los cables eléctricos de los tranvías que dicho sea de paso, se colocan generalmente sin ningún cuidado, lo cual a menudo estropea una bella perspectiva, como en la calle de Cortes que están colocados en el eje (estropea una bella perspectiva), placas de registro de alcantarillas y bocas de riego, planchas de gas, placas indicadoras de todas clases, como las de indicación de las calles colocadas en las fachadas, en los candelabros o en piezas especiales; disposiciones de los raíles de tranvías en las calles y sobre todo en las avenidas, balaustradas y rampas, puentes si son necesarios, etc. Resaltos en el suelo de las calles, calzada y aceras, pavimento de mosaico alrededor de algunos monumentos y en algunos paseos.

Se puede añadir, porque aquí como en todas partes, pues son necesarios al progreso; indicadores de incendio, buzones para la recepción de cartas, despachos telefónicos en la vía pública, como se practica en Alemania, especialmente en Hamburgo y así como en el Norteamérica, fuentes de agua caliente, kioscos de duchas, indicaciones de apeaderos de ferrocarriles o metropolitanos, etc. Y todos los elementos modernos que olvido y los que reserva el porvenir, porque en el movimiento progresivo que consiste en satisfacer, con razón, las comodidades del público, no se sabe donde se llegará.

Todos estos elementos que tienden a amueblar la vía pública, pueden, sin embargo, obstruirla algunas veces, lo que es preciso evitar eligiendo para cada uno de ellos un emplazamiento determinado y provocando darles un interés artístico, que indudablemente todos sin excepción pueden tener. Estas son cuestiones secundarias en la estética de las poblaciones pero ¡cuanta belleza quita a una ciudad uno de esos emplazamientos mal escogidos¡ Hay que sentar el principio de que tales elementos no deben obstruir nunca las vías, dejando libre la circulación de peatones y carruajes, y han de interesar por si mismos, adaptándose al carácter del medio ¡cuan desagradable es el efecto que hoy día producen! No obstante, con un poco de severidad podrían obtenerse resultados que aunque no fueran absolutamente satisfactorios podrían mejorar mucho los actuales.

Henri Baudin en su librito sobre "L´enseigne et l´affiche" nos muestra fotográficamente y con ironía la vista de una gran plaza pública de Ginebra afeada por los anuncios y reclamos modernos. ¡Cuantas plazas se encuentran en este caso! Si en Europa se forman sociedades para la protección de los paisajes y contra el afeamiento de los centros o campiñas pintorescas, ¿por qué no formarlas contra el afeamiento de nuestras capitales? ¿Cuándo se hará esto? Las administraciones municipales demasiado cargadas de trabajos públicos y de asuntos económicos, políticos, etc. No pueden en el ejercicio de su poder en la autorización del emplazamiento de anuncios, hacerse cargo sino de los errores más grandes.

El estudio de todos estos elementos según el emplazamiento, el carácter del medio, exige una gran diversidad; y no hay duda que podrían variarse, a lo menos los barrios donde estuviesen colocados. Tres o cuatro modelos de cada uno de esos elementos repitiéndose indefinidamente, como fuentecillas y faroles de gas, no costarían mucho a la ciudad; los de un barrio central o comercial no pueden tener los mismos modelos que los de un barrio de chalets y jardines, por ejemplo, o de un barrio industrial y obrero. Por lo menos hay la obligación de que estos mismos elementos colocados en las plazas públicas y en las avenidas estén bien estudiados y de construirlos y colocarlos según un plan determinado de antemano, estudiado de acuerdo con la composición general de la calle, avenida o plaza, no colocándolos indiferentemente al azar y según un modelo único.

Si encontramos hoy día numerosos ejemplos de fealdad gracias a haber prescindido de estos principios, otros muy raros por cierto, nos muestran el partido que se puede sacar de su aplicación.

Claro es que en las calles de poca importancia dichos elementos obedecen solo a una finalidad práctica, mas, sin embargo, opino que en ciertas calles donde constituyen el único mueblaje, podría dárseles otro aspecto más interesante.

En la Plaza del Hotel del Ville de Hamburgo, se ven dos kioscos de parada de tranvías con retretes públicos subterráneos combinados con fajas macizas de flores que los rodean. Su situación y estudio son tan acertados que en esta Plaza Monumental, con el grande y suntuoso edificio del Hotel de Ville, las estatuas de bronce y los grandes exedros de mármol, armonizan perfectamente. Lo que se ha hecho allí, en una plaza arquitectónica, con instalaciones y elementos comunes, muestran lo que es susceptible de hacerse donde pudiera haber menos desproporción entre el elemento vulgar y el monumental.

El pavimento de ciertos patios de honor por ejemplo el de la Escuela Nacional de Bella Artes y el del Louvre en París compuestos de pavimentos ordinarios en forma de grandes y simples entrelazados, en el interior de los cuales el pavimento se adapta según disposiciones sencillas y diferentes, puede sugerirnos diversas orientaciones para el empedrado de ciertas plazas, alrededor de los monumentos o edificios públicos, en las cuales podrían obtenerse efectos artísticos con muy poco coste.

El estudio de la disposición del suelo ayuda también a otras combinaciones para disponer faroles, bancos, plantaciones, fajas, etc. Nada debe descuidarse y todo debe contribuir al efecto general .

Nivelaciones

La nivelación del suelo es otro de los elementos de capital interés artístico. Basta de acordarse de las vías mal urbanizadas, con un perfil defectuoso, como por ejemplo la Travesera de Dalt, ya citada, para comprender toda la importancia que puede tener la nivelación; los perfiles convexos por poco pronunciados que sean constituyen un grave defecto, pues quitan toda la visualidad de la calle, mientras que los perfiles cóncavos le dan mas magnitud y un aspecto más extenso de visualidad. Esta concavidad, que puede ser débil, se aplica a casi todas las cuestiones de nivelación de las poblaciones, calles, plazas, jardines, etc. Y ese estudio del perfil es interesante, sobretodo en las calles rectas; desgraciadamente, no puede aplicarse como convendría en las reformas.

Cuando las nivelaciones presentan un cambio brusco es preferible que se acuse en la composición de la calle por un cambio de dirección.

Y en cuanto al perfil en lomo de asno basta decir que es el colmo de lo malo en la urbanización rectilínea. Pueden emplearse varios medios, para corregir estos defectos cuando son obligados a causa de la topografía del terreno, a saber:

En una calle forzosamente recta, hacer una plaza en el vértice con un objetivo cualquiera según la importancia del mismo (edificio, monumento, fuente, árbol aislado o bien un cambio de dirección en recta o en curva o desvíos de eje, rond-points altos, etc.

En las calles rectas vale mas atraer el punto alto o bajo a una avenida importante.

Las diferencias de nivel entre dos dados de la calle pueden corregirse hábilmente por un perfil transversal descentrado que no choque de ningún modo a la vista. Sin embargo, cuando esta diferencia es demasiado grande, vale mas acusarla francamente y adoptar un partido razonable según las circunstancias.

Las calles en fuerte rampa, inadmisibles como no sea en calles poco importantes, como se las encuentra frecuentemente en terrenos montañosos, si pasan de un 12% deben ser tratadas por escaleras con descansos en los que estén las entradas de las casas. Numerosos ejemplos enseñan que estas calles pueden muy bien componerse con un sentimiento artístico; el ejemplo ya citado de la calle Grignan de Marsella es en extremo interesante, con su ornamentación obtenida por canastillas de flores que las dividen en dos graderías.

Todos los puntos singulares de la nivelación, como de la urbanización en general, pueden prestar se a combinaciones pintorescas o agradables aunque no siempre sean completamente estéticas.

Al hacer un estudio mas profundo y detallado, en el momento de la realización, es cuando se en los terrenos, condiciones topográficas especiales donde se pueden adoptar todas esta combinaciones.

Reglamentación.

La reglamentación representa un papel demasiado importante en la construcción permitiendo el embellecimiento o la fealdad, para que yo pueda prescindir de hablar de ella en este capitulo, pues entraña en si consecuencias estéticas muy graves, felices o desgraciadas.

Tanto en Francia como en Alemania, en Italia como en España, en todas partes se oye la misma queja de los artistas sobre las dificultades que las ordenanzas crean a los arquitectos que quieren hacer un esfuerzo artístico en la construcción de los edificios. Por todas partes se buscan nuevos reglamentos o se modifican los antiguos, algunas veces sin resultados apreciables; evidentemente lo que se debiera buscar en mas libertad para la construcción, pero con mayor severidad y rigor por lo que concierne a la higiene de los edificios.

Importa dejar en la mayor libertad a los arquitectos de casas u hoteles, pues son colaboradores importantísimos de la belleza de las ciudades. La reglamentación en las capitales modernas nos ha dado esa uniformidad pesada de la horizontal superior de las casas, que añadiéndose a la uniformidad de las alineaciones rectas de las calles y a la de las alturas de los pisos, quita todo interés y belleza a nuestras vías. En cualquier calle de ciudad moderna encontramos siempre la misma impresión, la misma altura de los pisos, la misma línea horizontal de coronación que nada tiene a romperla.

Basta, sin embargo, visitar una ciudad antigua, para apercibirse de que la profusión de pequeños minaretes, miradores, torrecillas, campanarios, etc. Son elementos que contribuyen mucho a su carácter y belleza. La variedad de los remates en las calles de las ciudades antiguas, las diferencias entre las casas, su individualidad, nos causa verdadera admiración.

La completa individualidad de la casa solo se encuentra en la familiar. Esta individualidad es el objetivo al cual hay que tender desde el punto de vista estético, aun en los barrios centrales, dando para ello grandes facilidades en las ordenanzas.

Como es necesario limitar la altura de las casas según la anchura e importancia de las calles, (condiciones higiénicas indispensables) para no llegar a ver construir casas de veinte pisos, lo que sin duda seria del gusto de algunos propietarios, aún en calles de 10 m. Creo que se podría remediar este sistema de uniformidad por algunas de las indicaciones siguientes, cuyo único objeto es abrir una puerta para una reglamentación más libre, sin tener, no obstante, la pretensión de precisarlo ni indicarlo todo.

Los salientes (balcones, etc.) sobre la calle podrían permitirse determinando el máximum con relación al ancho de la misma.

Las ordenanzas deberían ser variables según el carácter de los diferentes barrios; (esto se ha introducido ya en reglamentos recientes de muchas poblaciones de Alemania) así podría permitirse elevar las casas sobre las casas sobre las alturas reglamentarias con la condición de que debajo de este nivel, sino sensiblemente parecida, aunque beneficiada en una proporción que habría que determinar; también si a partir de una cierta altura debajo la reglamentaria se retrocede para los pisos superiores, se debería poder ganar esta diferencia sobre el retroceso por una equivalencia que podría ser, con el objeto de provocar esas diferencias, a favor del propietario.

Asimismo, según las calles y sobretodo en las avenidas, tendría que poderse llevar sobre la fachada, de preferencia en retroceso, partes o aditamentos que no comprendieran mas que cierta parte de ella, reglamentándose a una altura proporcional y determinada, según el emplazamiento, la calle, la avenida o la plaza.

En una calle uniforme en la cual las casas tengan la fachada enfrente de grandes espacios libres, de calles, plazas o jardines, podría aprovecharse dichas casas de ciertas ventajas, obteniendo alturas diferentes de otros sitios capaces de producir siluetas interesantes.

Lo mismo para los chaflanes, los ángulos de las calles y rotondas; debieran estudiarse los reglamentos dejando gran libertad, sobretodo en los chaflanes de las grandes calles y delante de grandes espacios libres, acentuándose además todos los chaflanes especiales por medio de siluetas que habrá que determinar en el momento de la construcción.

En las plazas, avenidas, alrededor de los parques, a orillas del mar, etc. Es preciso determinar un máximo de altura estudiado según el carácter del barrio o de la plaza, porque cuando se adopta una reglamentación única para todos los barrios, resulta esa uniformidad desesperante.

La reglamentación de los interiores, como se practica en muchas partes, no puede ser en adelante idéntica a la de los nuevos ensanches, ni tampoco, como se ve con demasiada frecuencia, darle una solución única de altura tan antihigiénica y contraria a todo sentimiento estético.

Para la belleza interior de las manzanas, el reglamento del ensanche actual que deja esos grandes patios y jardines es muy apropiado. Es lamentable que se construyan los cuatro lados de las manzanas, pero es muy difícil impedirlo; mas al menos deberían dejarse ciertas partes abiertas o de menos altura (por ejemplo en el ángulo Norte que produce habitaciones muy frías y defectuosas).

La vista del interior de estos patios rompería la monotonía y daría una nota de alegría al exterior.

(En una votación general, se acordó en el congreso internacional de Higiene de Ginebra, que los patios interiores de las casas se pongan en comunicación directa con la calle por medio de cortes verticales que les permitan la renovación del aire.)

Sobre las aceras suficientemente anchas deberían permitirse ciertos salientes de los pisos bajos, tales como escalinatas, peldaños y decoración de las puertas de entrada, a condición de que no ocuparan todo el ancho de la casa, estando comprendidas siempre estas libertades en un límite razonable que no perjudicara a los derechos de los demás.

Las ordenanzas vigentes no permiten a las fachadas de las casas mas que arquitectura sin colorido, es decir, sin fuertes relieves, y por consiguiente, es preciso desecharlos de cualquier modo que sea. La autorización de poder sobresalir los motivos de las puertas de entrada por ejemplo, en calles suficientemente anchas, nos llevaría a ciertas expresiones seductoras de algunas ciudades antiguas.

Todos los proyectos artísticos de tiendas, rótulos, verjas, terrazas, columnatas y pórticos, debieran ser favorecidos como todo esfuerzo particular propio para embellecer la población.

Efectos perspectivos. Puntos de vista.

Los emplazamientos de monumentos, como los de los edificios públicos y las urbanizaciones que les acompañan, los trazados y nivelaciones de las calles, la situación de los accesorios, las urbanizaciones especiales, las composiciones y emplazamientos de plazas y jardines, la reglamentación misma, en una palabra, todo lo indicado anteriormente, tiene por objeto proporcionar efectos perspectivos, interesantes y puntos de vista agradables, naturales o arquitectónicos, combinados de antemano, que constituyen, en suma, el fondo del interés artístico de las ciudades.

La urbanización puede ser mas o menos lujosa, los elementos de ornamentación mas o menos ricos, pero lo que queda siempre y hace impresión es la combinación de líneas, perspectivas y puntos de vista. Es claro que en un medio rico lo pobre desentona, pero estos elementos pueden reemplazarse poco a poco con facilidad. En todas las ciudades se ve reconstruir suntuosamente los antiguos edificios públicos, hacer definitivos los provisionales, y cambiar los tipos corrientes del mueblaje de las calles por otros más ricos, para adaptarlos mejor al medio. El efecto de riqueza es muy importante para la belleza de las poblaciones, pero no es el mas poderoso; la riqueza no puede conseguirse sino poco a poco, lo que importa precisar desde el primer momento es el efecto que se desea obtener.

Los efectos y los puntos de vista son muy importantes para el trazado primitivo, por esto, dejando a parte el lado práctico, es muy interesante marcar en los proyectos de planos de las poblaciones los emplazamientos de los edificios públicos que tarde o temprano hayan de servir para el embellecimiento, provocando que se destaquen y se vean a diferentes distancias de una manera directa o indirecta y al propio tiempo evitar siempre toda arquitectura que oculte o encierre una vista natural estética, lo que se puede combinar fácilmente en Barcelona las montañas que la rodean pueden sobresalir por encima de los edificios, vistos desde cierta distancia por lo menos.

Las vistas abiertas no sólo son más sanas, sino que no hay cuadro tan pintoresco que pueda reemplazar ya sea los fondos de las montañas o el de la vista del mar. No es esta, sin embargo, una razón para proyectar calles indefinidamente rectas y largas en un trazado que tenga forzosamente una pantalla de edificios tapando la vista de las montañas o de un punto alto de edificio público.

Fácilmente se puede determinar la parte de las calles que a lo menos tendrán la vista indirecta, y establecer también el ancho y la proporción de ellas.

Las vistas indirectas desempeñaron un gran papel en toda la urbanización de la Edad Media, donde las calles estrechas y las plazas mas bien pequeñas no permitían siempre ver los edificios en su plenitud. El clasicismo y suntuosidad del renacimiento italiano, con algo mas de pintoresco de lo que hacemos hoy día, nos ha conducido al sistema moderno de buscar espacios libres que puedan hacernos ver los edificios en su totalidad aún estando de ellos, pero hoy, mas que al espíritu de imitación obedece a la necesidad de poner en la proporción general de las vías y en la de la extensión total del plano los espacios libres.

Si alrededor de los edificios quisiéramos atenernos al campo vertical de la visión, o sea 30º sobre el horizonte para una visión clara, (Repton considera de 85º todo el campo vertical posible, comprendido encima y debajo del horizonte por el solo movimiento de los ojos, ciertos autores algo todavía mas), serían precisos muchos y muy grandes espacios libres que no son necesarios, porque es muy raro que un edificio esté en condiciones de ser visto constantemente en todas sus caras.

No hay, pues, que determinar sino ciertos puntos desde los cuales podrá ser interesante ver el edificio plenamente y no dejar el campo completamente libre mas que para estos.

En los edificios públicos donde domina la visualidad, es necesario procurar su vista desde varios puntos, apercibiéndoseles de diferentes maneras y desde distancias variables, lo cual podrá dar lugar al estudiar el edificio, al desarrollo de determinadas partes que sirvan de fondo y de punto de visión.

En general, los edificios públicos no deben colocarse en la misma alineación de las casas pues su valor exige siempre condiciones especiales; es preferible adelantarlos o refundirlos según los casos, como medio de acusarlos. Está muy indicado sobretodo para servir de punto terminal a las avenidas importantes.

Una de las grandes bellezas de París es el partido que se ha sacado en su trazado de estas vistas sobre los edificios públicos, que son siempre el punto de mira de una varias direcciones; cosa que entra perfectamente en el carácter monumental que conviene a las grandes ciudades.

Téngase en cuenta que los puntos de mira de las grandes vías no pueden ser nunca estatuas, monumentos pequeños o construcciones poco importantes.

Es además perfectamente lógico curvar una calle o desviar su dirección con objeto de llevar el efecto de un punto alto, de un edificio, de un jardín, de un grupo de árboles, etc. A su visualidad tal por ejemplo, indicadísimas hoy día para punto de vista, como lo eran antes los campanarios y agujas de las iglesias.

Los grandes ronds-points, centros de radiación de avenidas que concurren a ellos, permiten efectos grandiosos; ejemplo París, donde esta clase de efectos ha sido muy empleada. Los efectos en las plazas deben converger especialmente hacia los edificios públicos que las decoran.

No volveré sobre los efectos de las calles, avenidas y plazas citados al tratar de las nivelaciones y que tan descuidados están constantemente. Tienen siempre por objeto salvar las numerosas dificultades topográficas que se presentan aún en terrenos que pueden considerarse como fáciles. Tal vez constituyen la parte más delicada y difícil de la urbanización.

Impresiones.

Entra en este capítulo de los efectos perspectivos una parte menos fácil de definir y que no por eso es menos real, tanto, que puede apreciarse bien en las ciudades existentes antiguas o modernas. Esta parte es la de las impresiones tan sorprendentes, bien que extremadamente movibles, que producen nuestras capitales.

Aunque sin pertenecer a la estética, estas impresiones deben, sin embargo, estar preparadas al hacer la composición artística de las poblaciones. Como sino fueran independientes del aspecto artístico de las mismas, cuando las visitamos, les atribuimos una gran importancia y decimos de un modo corriente que tal o cual ciudad nos produce una impresión de vida, de movimiento, de tranquilidad, de magnitud, de severidad, de alegría, o impresiones abiertas, impresiones cerradas, etc. que entran por mucho en nuestros recuerdos.

Según la parte de la ciudad que visitamos sentimos impresiones diferentes y esta que bajo muchos puntos de vista no son mas que el resultado lógico de las cosas, pueden prepararse, al menos en parte, y pueden servir a la estética.

Los cuadros variados que se pueden buscar en la urbanización, no obedecen a otro objeto que el de producir impresiones diferentes; se puede decir que el fin de impresionar importa mas que el de la comodidad, el cual consiste en buscar vías especiales de tránsito, particularmente animadas por el gran tráfico que reciben.

Dos o tres vías paralelas podrían conducir al mismo punto, pero el movimiento reducido no daría la impresión que puede dar una sola, puesto que no hay que dividir los efectos.

El contraste de las vías de circulación, comparada con la calma o tranquilidad de las de habitabilidad es un elemento de estética. Así el aspecto de vida, a gran afluencia que tanto nos sorprende en ciertas capitales, como París por ejemplo, tiene su origen en la calma de barrios enteros.

Bajo este punto de vista el plano Cerdá está falto de encanto y de composición, porque tiene demasiado pocas grandes circulaciones y su uniformidad impone por todas partes la misma afluencia y la misma intensidad de vida, lo que equivale a no crear nada en ningún punto especial y descuidar este efecto tan importante.

Es inútil hablar de lo imprevisto, del contraste, de la diversidad, elementos esenciales de la belleza de las ciudades sobretodo en los terrenos llanos.

Las impresiones de magnitud que no es necesario que correspondan las de extensión, son las mas generalmente buscadas; precisa encontrarlas en las grandes vías y grandes plazas públicas, con especialidad cerca de los centros.

Oyense frecuentes críticas contra las grandes plazas comparándolas fácilmente a los desiertos; a esto hay que objetar que solo significan que estas plazas han sido mal estudiadas, mal comprendidas y que no hay otro remedio que estudiarlas de nuevo. La impresión de magnitud está basada en lo que ennoblece la masa sin empequeñecerla y en lo que le da vida.

De igual manera pueden hacerse urbanizaciones de impresión severa o poderosa, acompañando ciertos edificios o servicios públicos, como se pueden crear lejos de todo movimiento bullicioso barrios de impresiones alegres.

La belleza de las ciudades no puede fundarse sino en la mayor variedad posible de impresiones y todas ellas pueden precisarse en el momento de estudiar su plano.