Manuel de Torres i Capell

ESTRUCTURA Y PAISAJE EN EL NUEVO ESPACIO METROPOLITANO.

 

Las relaciones entre el centro y la periferia de los sistemas urbanos no son una novedad de las ciudades actuales. En la ciudad romana encontramos la domus y la villa rural. El antiguo recinto amurallado tenia crecimientos suburbanos exteriores. Frecuentemente el núcleo urbano se prolongaba en un tejido rural con masías o agrupaciones urbanas menores. La ciudad de finales del siglo XIX y principios del XX tenia áreas de veraneo exteriores y también suburbios marginales, como los que han caracterizado una parte importante del crecimiento de Barcelona en las últimas décadas.

La novedad de la urbanización metropolitana actual no está en la simple existencia de una corona suburbana. Hay otros factores de interés y novedad en la urbanización reciente

En Barcelona, la novedad de la urbanización actual se puede introducir con unas simples cifras:

La distribución del territorio urbano en Barcelona hasta 1950 se basa en los siguientes porcentajes:

Población de Barcelona

40%

 

Población de los núcleos intermedios

30%

 
   

70%

Población rural

30%

 

 

Es decir, hasta 1950 la población de Catalunya se concentra en los núcleos urbanos. Paralelamente se mantiene un porcentaje elevado de poblamiento rural.

 

Cuarenta años después, en 1991, los porcentajes anteriores han cambiado considerablemente.

Población de Barcelona

27%

 

Población de los núcleos intermedios

60%

 
   

87%

Población rural

13%

 

Es decir, baja la publación de Barcelona mientras sube considerablemente el crecimiento de los núcleos de la franja intermedia y baja la población rural dispersa.

De la comparación de los dos cuadros se deduce que el crecimiento reciente se ha concentrado en la franja intermedia. En torno a unos núcleos urbanos que anteriormente eran muy débiles.

Pero estos datos no dicen muy poco si se concreta más el carácter de este crecimiento intermedio y su localización.

Entre 1950 y 1991 la superficie de los núcleos urbanos compactos se ha multiplicado por 1’4, mientras que la superficie de las áreas periféricas se ha multiplicado por 8, y los polígonos industriales se han multiplicado por 45. Es decir, el crecimiento se ha concentrado en la periferia y la industria, que hasta aquel momento era una actividad urbana, se ha convertido en una actividad totalmente periférica.

En gran medida estos datos explican que el crecimiento urbano reciente se ha situado en el exterior de los núcleos urbanos consolidados y no se trata solo de crecimiento residencial dependiente del centro de actividad, como en la ciudad tradicional, sino que incluye un porcentaje elevado de actividades industriales y terciarias.

Si se compara una imagen cartográfica del territorio en los años 50 con la de la última década, se observa que al territorio ordenado por planes de ensanche limitados se contrapone un territorio en el cual es casi imposible encontrar una pauta que permita asignarle cualquier criterio de orden.

La ciudad reciente está constituida por piezas inconexas, insertas en un territorio agrícola de estructura ajena a la urbanización, sin que se pueda establecer cualquier relación lógica entre todos sus componentes.

El planeamiento a escala metropolitana proporciona una imagen parecida a la anterior. La áreas urbanas aparecen fragmentadas sin ningún orden aparente. Pero en él se observa que las infraestructuras de comunicación se proyectan formando una malla espacialmente coherente.

 

Hacia un nuevo modelo de ciudad.

La última observación tiene su importancia porque nos introduce a un aspecto del modelo de crecimiento actual que nos parece esencial.

En los primeros años del siglo XIX el modelo territorial catalán se basaba en un conjunto de núcleos urbanos, que ocupaban diversas posiciones centrales en relación al territorio agrícola, sin que existieran diferencias de tamaño desproporcionadas. Barcelona la ciudad mayor, pero era comparable a otras ciudades centrales.

Es a principios del siglo veinte cuando Barcelona, la ciudad central de todo el sistema urbano catalán, empieza a crecer de manera parecida a otras muchas ciudades centrales europeas. Crece en población, crece en actividad, nacen nuevos polígonos de industrias metalúrgicas, nace un nuevo centro comercial, y un nuevo sistema monumental que identifica la nueva metrópolis.

Es en este momento cuando se hace necesario un nuevo sistema de comunicaciones , basado en el tranvía, el metro, y, finalmente, el autobús. También se hace necesaria la integración del mercado.

El urbanismo moderno tiene una clara motivación en esta problemática urbana. El urbanismo moderno nace para lograr la racionalización de las líneas de infraestructura de la nueva metrópolis, para lograr al asentamiento de la población nueva, o para crear un nuevo espacio monumental que permita identificar el nuevo artefacto urbano.

 

La tendencia hacia la concentración que Barcelona, entre las nuevas grandes ciudades europeas, vive desde los años de cambio de siglo se empieza a cambiar en los años cincuenta, después de la guerra, cuando las redes de infraestructura comienzan a extenderse en el territorio. Primero la electricidad, después la malla de carreteras y autopistas, y recientemente las telecomunicaciones, han cambiado completamente el panorama de la ciudad.

En este momento, el urbanismo que había nacido en torno a la temática de la concentración de población y actividades empieza a debilitarse. Pierde incidencia en la realidad. Se hace necesario un cambio radical.

En este momento el tema esencial de los grandes planes urbanísticos, la configuración de la estructura basada en la racionalización y concentración de las grandes infraestructuras de comunicación se aleja de las instituciones de gestión urbanística.

Es posible que este alejamiento sea consecuencia de la progresiva pérdida de materialidad de la infraestructuras de comunicación. Las telecomunicaciones, el cableado, tienen una incidencia territorial muy diferente de la de las mallas de ensanche o los grandes bulevares. En el territorio actual los flujos de telecomunicaciones tienen cierta inmaterialidad, pertenecen a un mundo trasparente que contrasta con la circulación gravitacional que inspiraba el urbanismo de la primera mitad del siglo veinte.

La materialidad o la construcción, con ella la lógica urbanística, se hace patente en el espacio local. Se sabe que el aumento de la facilidad de comunicaciones tiene el efecto de potenciar el espacio local. La opciones de localización, la búsqueda del espacio de asentamiento, tanto si se trata de la vivienda, como de la unidad productiva, tienen relación con las cualidades del lugar.

Es en el espacio local de las nuevas ciudades dispersas donde el urbanismo puede encontrar su renovada incidencia. Es precisamente en este espacio que los conceptos del urbanismo de la racionalidad o de la coordinación pierden eficacia. En este espacio el asentamiento no solo está obligado a disponer racionalmente sus construcciones y espacios libres, también debe resolver su incidencia en un contexto donde las formas de la naturaleza, el paisaje, o los flujos ecológicos tienen cada vez mas peso.

 

Los estudios que hemos realizado.

Es en este punto donde se sitúan tres estudios que he dirigido. No se trata tanto de estudios sobre la formación d las nuevas ciudades a nivel “macro”, sino estudios más concretos sobre los factores que intervienen en el proceso de formación o transformación de áreas urbanas, en la nueva ciudad metropolitana.

Estudios en los que se evidencia la pérdida de incidencia de los instrumentos de coordinación territorial y el auge creciente del impacto de la urbanización sobre el medio.

Todos ellos tenían un componente cartográfico, que permitía analizar detalladamente el relieve, la vegetación, los caminos o las nuevas o viejas construcciones. También permitía detectar los factores de variación y permanencia, así como los distintos ciudad, caracterizado por la superposición de opciones de transformación y de permanencia de los antiguos ordenes o paisajes.

En el estudio detallado de 8 tramos de carretera que se utilizaron como muestra se descubrieron diversas formaciones urbanas, en las que se superponían los factores de innovación y los factores de permanencia, ligados al orden anterior del paisaje.

Progresivamente se delimitaron diversas reglas de formación de la ciudad diferentes de las tradicionales. Reglas que hacen referencia a la fragmentación de los ámbitos de visualidad, a la permeabilidad del paisaje, a la situación relativa de las construcciones, a los ritmos y relaciones de continuidad, etc. Se trata de reglas alejadas de la tradición, excesivamente “mecánica”, de la tipología-morfología. En muchos casos muy próximas a la óptica del proyecto arquitectónico y abiertas al “enigma”, la ironía, la identidad y la tensión entre el orden nuevo y viejo.

Todas estas reglas, y muchas mas que se pueden detectar en la práctica arquitectónica, pueden llegar a formar una nueva gramática urbanística, tanto o más interesante que la del urbanismo racionalista.

 

El estudio de los espacios libres del Area Metropolitana de Barcelona.

El segundo trabajo de investigación se refiere a los espacios libres del Area Metropolitana de Barcelona. Fue encargado como colaboración al Plan Territorial Metropolitano de Barcelona, con el objetivo de delimitar espacios de protección. No exactamente parques naturales, sino áreas entre diversos sistemas urbanos. Es decir sometidas a las tensiones propias de la nueva urbanización.

En este caso el instrumento base del trabajo fue una cartografía 1/10.000, dibujada con precisión, reflejando la naturalidad del paisaje o los órdenes de la urbanización y asumiendo tanto la situación actual como la historia del territorio.

En esta cartografía principalmente se evidenciaron dos temas que completan las primeras intuiciones del trabajo anterior.

En primer lugar, se descubrió que la nueva urbanización no se podía describir a través de los conceptos tradicionales de ensanche, ciudad jardín, polígono, etc., concebidos todos ellas en base a la consideración de las cualidades internas de la urbanización. Era mas claro referirse a conceptos como: la calle-mercado, el desarrollo industrial en carretera, o en una área fluvial, a la falsa cuadrícula de ensanche, en la cual se superpone el orden parcelario de los campos sobre el orden de la nueva urbanización, etc.

En éste tipo de descripciones es indispensable referirse a las formas del espacio exterior a la urbanización. Por ejemplo a la configuración de la malla de desguace del valle, a las formas de la erosión, la geomorfología, la vegetación y las formas de cultivo preexistentes, etc. La urbanización se debe superponer al orden anterior, no ciertamente para “adaptarse” sino para evidenciar la incidencia de la tensión fundadora en las formas finales, que en muchos casos motivan variaciones y contradicciones sumamente activas.

 

La urbanística de las diferencias, en el Area Metropolitana de Barcelona.

Un tercer trabajo de investigación no ha permitido empezar a establecer las bases teóricas de este nuevo urbanismo metropolitano. Se trata de una reflexión sobre materiales cartográficos y de planeamiento generados en la historia reciente de la costa de Barcelona, entre 1930 y 1990.

En este estudio se ha confirmado que la superposición de los nuevos criterios de urbanización sobre la realidad de las formas del relieve, la parcelación o las propuestas de urbanización anteriores, la urbanización en torno a una vía de circulación preexistente, tienen una larga tradición histórica, que había sido olvidada en el urbanismo tradicional. La tensión creadora entre nuevo y antiguo es esencial en el planeamiento, actual y pasado.

También ha permitido entender que ésta presencia de los anterior en las decisiones actuales no es casual, sino que deriva del carácter de “recurso material” que tienen el relieve o las formas de cultivo, o el carácter de “recurso cultural” que frecuentemente tienen las formas de urbanización. Detrás del concepto de recurso, deberíamos referirnos a la humanización. Es recurso, precisamente porque el hombre le asigna un valor económico o cultural.

Paralelamente se debe hacer referencia a la independencia relativa de los diversos factores que intervienen en el planeamiento. Las formas del relieve son relativamente independientes de la malla de edificación, la malla frecuentemente es independiente de las tipologias de edificación, etc.

Cuando Edgar Morin en “Le Pensée complexe” se refiere a la cultura dialógica, la presencia de instancias simultáneamente complementaria y antagónicas, orden y desorden, se aproxima mucho a las temáticas que aparecen en nuestros estudios de la nueva urbanización metropolitana. Un urbanismo más caracterizada por la fricción que por la coordinación o la aplicación libre de los modelos de urbanización.

 

¿Ha terminado la época de los planes?

Es posible que la época de los planes haya terminado, pero esto no significa el fin del urbanismo.

El plan, ligado a los conceptos de esquema, modelo o proyección, o a la lógica de la coordinación, es posible que tenga poco futuro en la urbanística actual.

Pero el plan o el proyecto, como ha dicho Michel Corajoud, también puede ser una historia escrita o dibujada sobre la historia. O puede ser concebido como una novela, en la cual coexisten el tiempo del pasado y el tiempo presente, donde los personajes se interrelacionan, siguen tiempos de duración diferentes y forman un itinerario procesual.

En muchos proyectos territoriales intermedios actuales se empieza a vislumbrar este nuevo urbanismo. Se trata de proyectos de territorios extensos, que siguen una línea de infraestructura, un curso fluvial o una línea de costa, pero sin que la existencia de este motivo central les otorgue unidad. Contrariamente incluyen territorios muy diversos, fragmentados, donde aparecen episodios de superposición entre pasado y presente diferentes. Proyectos, en fin, caracterizados por la fricción entre la lógica de la urbanización local y la lógica de los flujos de materia y energía que caracterizan los procesos ecológicos.

Es interesante observar que en estos proyectos la imagen de referencia ya no es un diagrama, como los que representaban los criterios de organización propios del urbanismo racionalista sino las superposiciones y deformaciones de diversos diagramas, que representan filones conceptuales muy diferentes que aparecen en el proceso de urbanización.

A partir de este tipo de figuras el urbanismo empieza a abrirse a filones conceptuales diferentes, por ejemplo las formas de habitat residencial, las modalidades de trabajo industrial, las formas de interrelación comercial o cultural, los flujos naturales, la circulación, el equipamiento, la cultura, etc. Filones en donde aun podemos aprender mucho. Siempre que sepamos reconsiderar el urbanismo con el mismo ánimo de los exploradores y viajeros de principio del siglo veinte, con les que tenemos muchas coincidencias.

 

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